jueves, 16 de octubre de 2014

Camino 10


          Santo Domingo - Vilafranca Montes de Oca. Sorprende, pero el idioma del camino es el inglés. Al menos en esta época del año. Ante tantas nacionalidades dispares es lógico, sobre todo cuando la mayoría son alemanes, americanos, canadienses, ingleses. Lo que no me gusta y me resulta difícil de entender es que cuando se encuentran franceses y españoles o españoles e italianos el idioma común también sea el inglés, con tantas semejanzas entre dichos idiomas como para llevar una conversación.

         Hago esta jornada larga, junto a mi amigo Javier, para convertir tres etapas en dos. No hay un motivo especial para hacerlo pero lo hacemos. Primero nos ponemos como objetivo un pueblo, Belorado, luego otro, Tosantos, Villambistia, Espinosa y así hasta Vilafranca. El tiempo es otoñal, magnífico y permite estos derroches deportivos.

         Al llegar a Vilafranca nos reencontramos con José Luis, un palentino trasterrado en Cádiz, con un acento sureño, nada castellano. Como es su último día nos invita a cenar, a nosotros y a una chica italiana de planta germánica. La cena preparada en el albergue es suculenta, una ensalada dulce y salada y unos espaguetis con verduras. José Luis es uno de tantos atrapados en el camino. Lo ha hecho tantas veces que ya no lleva la cuenta. Ahora lo deja terciado porque tiene que acudir a cuidar a su madre mayor. Tras la cena hay una larga y animada tertulia donde la hospitalera se queja amargamente de la competencia desleal de los albergues privados. Estos salen al encuentro del peregrino por los caminos, con furgonetas, para vender su producto -así nos ha sucedido a nosotros- ofreciendo cosas que luego no son ciertas.

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