Ha habido compensaciones, sin embargo. En Samos, cuyo monasterio al final no hemos visitado porque nos retrasaba y porque no hemos querido pagar la entrada -los peregrinos en general, con indignación, se niegan a pagar las entradas para visitar catedrales y monumentos-, hemos visto y hablado con un ángel. Ha sido el motor que nos ha hecho resistir la dureza de la etapa. Una bella mujer de León, que reposaba su lesionado tobillo en una silla del café enfrente del monasterio, con la que hemos trabado conversación y de la que los tres -Carlos, Cristian y yo- nos hemos enamorado al instante. Un amor que ha durado varias etapas. Al final de la jornada, en Barbadelo, otra aldeuela, en la que los vecinos adornaban con flores frescas y hermosas las tumbas de sus seres queridos, tras aparcar en un feo albergue de la Xunta, hemos podido comer en Carmen, un afamado restaurante de la zona. ¡Qué deliciosas lentejas!
viernes, 31 de octubre de 2014
Camino 25
Ha habido compensaciones, sin embargo. En Samos, cuyo monasterio al final no hemos visitado porque nos retrasaba y porque no hemos querido pagar la entrada -los peregrinos en general, con indignación, se niegan a pagar las entradas para visitar catedrales y monumentos-, hemos visto y hablado con un ángel. Ha sido el motor que nos ha hecho resistir la dureza de la etapa. Una bella mujer de León, que reposaba su lesionado tobillo en una silla del café enfrente del monasterio, con la que hemos trabado conversación y de la que los tres -Carlos, Cristian y yo- nos hemos enamorado al instante. Un amor que ha durado varias etapas. Al final de la jornada, en Barbadelo, otra aldeuela, en la que los vecinos adornaban con flores frescas y hermosas las tumbas de sus seres queridos, tras aparcar en un feo albergue de la Xunta, hemos podido comer en Carmen, un afamado restaurante de la zona. ¡Qué deliciosas lentejas!
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