martes, 28 de octubre de 2014

Camino 22


         De Foncebadón a Camponaraya. Literalmente nos damos un atracón de kms., 40, con la intención de dejar atrás Ponferrada, etapa que nos deja los pies para el arrastre. Tan larga que el resto del día, con la hora de más que nos regala el cambio horario, queda reducida a nada, entre el necesario descanso, reventados en la litera, y la cena. Media etapa bonita: la larguísima bajada desde Manjarín y El Acebo hasta Molinaseca, que he hecho corriendo, dejándome caer a paso vivo en realidad, y con cara de felicidad y la otra media sobre el duro e ingrato asfalto que durante muchos kms nos lleva a Camponaraya por la interminable Avenida de Galicia.

         El momento chusco del día nos la ha proporcionado Janli. Janli es un chófer talaverano que trabaja en el ayuntamiento de una ciudad del sur de Madrid, valiente por sus condiciones físicas por atreverse a hacer el camino desde Roncesvalles. Lo hemos ido viendo en diferentes etapas, desde Vilafranca Montes de Oca, hasta que se descolgó del grupo del mexicano, la cubana y la murciana porque no podía seguir su ritmo bebedor. Ha tenido mala suerte con la gente que le ha tratado sus pies maltrechos. Un masajista intentó salvar su gran ampolla en la planta del pie izquierdo cortándole la piel. Un figura, como le gusta decir de cualquiera que acabe de conocer. Se alimenta bien: un cocido maragato en Astorga, unos callos al día siguiente, consciente de que así no reduce su peso. No le importa. Alardea de su sobrepeso. Ayer, en Foncebadón, tras una cerveza, de sopetón, me contó el porqué de su camino. Dos mujeres. La primera, por la que tiene querencia, ha hecho ya el camino con otro, ha salido con otros. "Lo hago pensando en ti Janli", le dice. Janli lagrimea. La segunda, me dice, le acosa día y noche. Me enseña los guasaps exasperantes que le dirige. Le sugiero que cambie el número de teléfono. Dice que de entre los muchos amigos comunes del pueblo alguien se lo daría. Ni siquiera el hermano de la mujer le soluciona el problema. En Foncebadón, Janli contrata por teléfono una bici de montaña para hacer la gran bajada, por unos módicos 25 euros.Se ha quedado sin dinero y le presto 20 euros. En Molinaseca me pilla en el restaurante del puente tomándome un bocadillo de jamón. He bajado tan rápido que llevo un buen rato esperando. Exultante por el gozo de la bajada, me pide que le fotografíe. Entonces llegan Xavi y Cristian. Marcha con la bici junto al puente y luego sobre el cauce del río. Entonces en medio de la corriente se cae, empapándose de arriba abajo. Fotografío toda la secuencia. Dice que borrará las fotos para no hacer el ridículo ante sus amigos. Cuando estamos listos, decidimos no parar en Ponferrada. Se despide efusivamente. Será uno más de los que vamos dejando atrás.

        En la marcha hacia Camponaraya camino junto a Carlos, un aeronáutico de Airbus, que se nos acaba de unir en esta etapa. Comenzó en Hospital de Órbigo y sufre los males de las primeras etapas. Le doy unos cuantos consejos sobre cómo acordar las botas y cómo reglar el correaje de la mochila. Quiere ir rápido pero no puede. Los kms de la Avenida de Galicia se le harán interminables, pero Carlos es un sufridor.
   


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