sábado, 25 de octubre de 2014

Camino 19


      De León a San Martín del Camino. Paseo por la ciudad como ausente, un fantasma que visitase un mundo ajeno. Los coches, los semáforos, hombres hablando, mujeres empujando carritos de bebé. Como si me hubiese saltado el marco. Disfruto de mi soledad, entre gente que no me conoce y para quienes soy una sombra. Una sensación de liberación, como si hubiese dejado de pertenecer a las cosas. ¿Podría vivir siempre en este estado? Sé que hay gente que me espera, a quienes importo, aunque sé que podrían vivir perfectamente sin mí, pero ahora mismo floto.

      Qué horrible salida la de León, dura, interminable, como la entrada a Burgos. Una calle larga, interminable, por San Andrés de Rabanedo, Trobajo, la Vírgen del Camino, Valverde, San Miguel. Viviendas, polígonos. Trabo conversación con una alemana de Friburgo, la ciudad del autor de Ser y Tiempo. Hace tres meses que salió de casa a pie. Se queja de que las iglesias y catedrales de España cobren por entrar. Ella por principio, y porque su presupuesto es ajustado, no está dispuesta a ceder. Me cuenta que hace poco se encontró con una suiza que ya estaba de vuelta, vino de Suiza y a Suiza volvía a pie. Atletas del camino. Más adelante hablo con una madrileña. Me cuesta alcanzarla porque lleva un paso muy vivo. Comenzó el camino a mediados de septiembre. Llegando a Léon recibió la noticia del infarto de su madre de 100 años. Acudió a su domicilio y cuando constató que la madre se había repuesto volvió al camino donde lo había dejado.

     Duermo en San Martín del Camino, en familia, en una nave alta y ancha, con mucho frío. Apenas 8 personas, españoles, italianos, un francés, un danés y un canadiense, con cena del inefable Daniel. No nos hemos podido sustraer al acontecimiento del día, un Madrid Barça con la pasión repartida.

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