viernes, 24 de octubre de 2014

Camino 18


     Mansilla de las Mulas - León. Innumerables son los enemigos del peregrino. El desgaste físico y psíquico, claro. Ampollas, torceduras, talones, tendones, rodilla y cadera, fisuras e inflamaciones. Hay gente que se gasta una pasta en fisios. Los virus inesperados que te permiten seguir o te llevan al hospital. Las malas compañías que te hacen perder el norte y aplazan los objetivos, si los hay. Gente que se toma el camino con gran deportividad, con excesos de todo tipo: corre de todo en el camino, la cerveza y el vino en abundancia, tanto que hay quien tiene que hacer denodados esfuerzos para levantarse al día siguiente. Los chinches, otro huesped inesperado. Todavía no los he encontrado, pero me ha ido de un albergue, gente que no se pudo quedar donde yo pernocté, fueron al siguiente -Moratinos- y tuvieron que salir despavoridos y caminar durante la noche. Los amigos de lo que no es suyo: hablar con los hospitaleros es un no parar sobre estos aprovechados que saltan las paredes con nocturnidad, se disfrazan de peregrinos o simplemente como acaba de ocurrir aquí en León, en un albergue de monjas, se aprovechan de que el peregrino esté duchándose o comiendo para llegar hasta las literas y arramblar con cámaras y móviles.

    Seguramente no se puede contar entre los enemigos de los peregrinos, pero sorprende la facilidad para adquirir los paquetitos que los fumetas necesitan, para muchos es una necesidad. Por qué se penaliza ese tráfico. Están en cualquier esquina, en cualquier mesa de bar. A veces sorprende el olor que desprenden. Ha sido gracioso, hoy mismo, el cruce entre la pareja de policías que venía a recibir la denuncia por robo y uno de mis amigos de ruta, un italoespañol, que se había liado uno bueno como compensación a la pérdida de su cámara. Apestaba, pero el poli ha hecho como que tenía un buen constipado, pasando de largo.

   Ah, un enemigo más: el menú del peregino. Con la excusa de ofrecer comida por poco dinero -entre 9 y 12 euros- los establecimientos del ramo ofrecen basura. La excepción, única, es Pamplona.Tengo el estómago hecho polvo. Tendré que prescindir de esa facilidad y conformarme con bocadillos o con las cenas de Daniel.

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