martes, 7 de octubre de 2014

Camino 1


        La subida no era para tanto. Como las que suelo hacer con el grupo de montaña, un peldaño por encima del senderismo. Hay gente que se va quedando. El paisaje es hermosísimo, bajo las nubes plateadas y los aromas del bosque. Paso al lado de la selva de Irati, pero no me desvío. Estoy rodeado de extranjeros. Me uno a un isleño y a un inglés o ellos se unen a mí. Hasta dos canadienses, un padre que pasa de los ochenta y un hijo que toca la guitarra en un grupo roquero entradito en carnes, llegan a Ronvesvalles, como las mismas rosas. Charlamos hasta el final de la etapa, junto a unas cañas. Ceno con alemanes, americanos y una irlandesa. Empiezo a conocer a la gente, dispuestos a contarte sus penas. Voy a la misa del peregrino. La iglesia sigue desaprovechando sus oportunidades.

       Mi cabeza sigue estando llena de cosas, como una centrifugadora. A lo mejor espero demasiado.

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