lunes, 6 de octubre de 2014

Camino 0

         Pamplona. Me sorprende qué poco me cuesta prescindir de la actualidad. Veo a la gente afanada. Jóvenes, viejos, padres con bebés. Los chicos están en la escuela. También veo enfermos, físicos y espirituales, desvalidos, solitarios, arrastrando su mala vida. Muchos más de los que cabría imaginar. Gente de los días laborables por la mañana, que en los días festivos pasa desapercibida.

        De pronto, por propia voluntad dispongo de un tiempo infinito. No sé qué hacer con él. Paseo por Saint Jean Pied de Port bajo un sol achicharrante. Me quema. El silencio está muerto. No hay nada ni nadie que lo habite. Miro con ansiedad las horas que faltan para que anochezca. Quiero caminar ya hacia arriba con mi pesada mochila. Castigar mi cuerpo. A la expectativa.

       Saint Jean Pied de Port, con sus murallas del XVII, donde intervino el gran Vauban, los puentes sobre el Nive, tiene un encanto bucólico, un romanticismo plenamente restaurado.

       He caído en un albergue New Age. El hospitalero nos reúne y nos canta sus excelencias, las suyas propias más que las del albergue: esferas odoríferas, casita de meditación, jardín ecológico. Botas y bastones al pie de la puerta de estrada. Una pareja de Los Angeles, dos chicas de Londres, yo. Tras la charla, sin mediación, 26 euracos.Comenzar el camino en Francia tiene un plus. La pareja USA quiere habitación. El hospitalero lo lamenta con ojos de pez. ¡Esto es un albergue! Se miran entre ellos, se quedan.

     Cena ceremonial al estilo New Era. Hay un juego con una pelota que pasa de mano en mano a cambio del nombre y otras informaciones personales y un show del hospitalero. 10 nacionalidades, todas participando del juego.

No hay comentarios: