En la
primera escena un hombre joven con la ayuda de una cuerda y varios nudos salta
una alta valla de hormigón. Le disparan, le hieren levemente en las manos, pero
lo volverá a repetir muchas veces. Estamos en Cisjordania, Palestina. Al otro
lado hay una chica que le gusta, de la que se enamora. La chica tiene un
hermano, Tarek, a quien Omar habrá de pedirle la mano de Nadia, la chica. Esa
es una de las razones de por qué Omar forma equipo con Tarek y Amjad para
enfrentarse a los soldados israelíes –también ha sido humillado y maltratado-,
tenderles trampas, asesinar a uno de ellos. Lo que al principio parecía una
comedia, va adquiriendo forma de thriller primero y luego de drama. Omar quiere
complacer a Tarek lo que le lleva a la cárcel, a la tortura, a la soledad, al
enredo con la policía israelí, a la sensación para la gente que le conoce de que
es un traidor. Por Nadia está dispuesto a jugarse la vida, pero Nadia es una cría,
aún está en el instituto. Amjad se entromete entre ambos. Entonces de desata el
drama.
Omar
es una película compleja, mejor dicho se mueve en el complejo mundo de esa
parte de Oriente que parece no tener solución. Bien contada. Muestra las calles
de la huída y la persecución, el acoso y el asesinato, israelíes y palestinos,
la estrechez mental, los prejuicios y el odio, la vida que trata de abrirse
camino. El director y guionista Hany Abu-Assad lo muestra con pulso frío, con
toda la objetividad posible cuando quien lo cuenta es un palestino, pero cerca
de los personajes, a los que no abandona, con muchos planos cortos de los jóvenes
actores que se muestran naturales, espontáneos, sin los tics de los
profesionales. La grandeza de esta peli está en la distancia del director, en
la soledad del personaje central, Omar, que trata de construir una vida en
medio de un mundo inhóspito, en dejar que el descontento espectador tenga que
resolver por sí mismo.
Los
irlandeses han hecho muy buenas películas sobre la guerra de Irlanda del Norte.
También hay muchas sobre el asunto palestino con manufactura hollywood. Los israelíes han hecho algunas.
Los palestinos menos. Esta es magnífica, como lo era Paradise Now del
mismo director. Mientras la veo, con emoción, con interés, con envidia pienso
en el País Vasco. Hay buenos documentales y alguna horrenda película como La
pelota vasca, la piel contra la piedra. Pero en general falta enjundia, compromiso
moral. Los artistas son cobardes, en general, sólo se comprometen con lo que de
ellos se espera, con la corriente dominante, no asumen riesgos, o están muy
ideologizados, lo que está en relación con lo anterior, porque la ideología es
una forma de protección, una manera de ocultar la indecencia. El cine necesita
héroes y en el asunto del País Vasco los ha habido pero quienes hacen películas
no los han visto, salvo excepciones, porque quizá sólo han mirado en el campo
equivocado. Ese cine está por hacer.
En Paradise
Now dos jóvenes que trabajan en un taller mecánico de coches se han
ofrecido como voluntarios a una de las múltiples organizaciones de combatientes
palestinos. Su vida transcurre como la de cualquier joven con los miedos
esperanzas y desilusiones propias de la edad, a lo que hay que añadir el
contexto palestino. Tener familiares muertos o encarcelados por la causa es
algo que se vive con naturalidad. De pronto la organización se acuerda de ellos
y les encarga una misión en Israel, que implica convertirse en terroristas
suicidas. Todo está preparado, les visitan los líderes espirituales y políticos.
Les graban en cintas de video. Hacen carteles con su imagen. Toda la
parafernalia de los héroes muertos. Se visten para la ocasión, un traje de boda
que esconde debajo las cargas explosivas. Pero la cosa no sale como estaba
previsto. La cercanía de la muerte activa la mente. Uno de los jóvenes piensa
en su padre ejecutado como colaborador. La organización empieza a sospechar de él.
En Palestina los héroes se mezclan con los espías y traidores.
La peli
reflexiona sobre todo eso, sobre el sentido de la violencia indiscriminada,
sobre la justicia, sobre la lealtad, sobre la amistad. No trata tanto de
comprender ese tipo de acciones como de presentarlas en el contexto en que
suceden. Los palestinos tienen ideas y sentimientos discrepantes, como todos.
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