viernes, 20 de junio de 2014

Muerte y momificación


                 1.  En un piso de un barrio de Valladolid, una madre con dos hijos que andaba buscando una vivienda que okupar se llevó la sorpresa de su vida, a la altura de la escena cumbre de Psicosis. En el salón con la luz y la estufa eléctrica encendidas toparon con un cadáver en estado de momificación. Un hombre de unos 70 años, separado de mujer e hijos, llevaba cuatro años muerto, el olor era nauseabundo, pero como después se pudo comprobar el hombre que vivía de alquiler estaba al día de sus pagos al dueño de la propiedad, a la compañía eléctrica y demás. Cuatro años exactamente. Por un momento he imaginado que el hombre murió de la emoción tras la apoteosis de la Roja en Sudáfrica, pero no puede ser porque la efímera gloria del fútbol no llegó hasta el invierno de aquel año que es cuando el finado debió encender la estufa y de inmediato fallecer. Así que no puedo hacer como me gustaría una fábula sobre las emociones triunfales que ocasionan la muerte y el estado de momificación a que ha llegado nuestra selección. Aunque como es evidente todo lo demás cuadra: los cuatro años, la muerte y la momificación.

                2. Otra cosa que se me escapa es quién ha podido decidir traspasar el cetro del viejo monarca al nuevo en un momento como este, con los efectos sociales de la crisis en su culminación, el asunto de Cataluña alcanzando la efervescencia, la corrupción monárquica y civil de los distintos casos llegando al fin de su instrucción y comenzando el festival de cárceles y juicios. Qué necesidad de hacerle chapotear en esos excrementos al joven rey. ¿No hubiera sido mejor esperar para que luciese cetro y corona virginales? Añádesele la depresión nacional por la derrota de la Roja, lo que ha dado pie a que algún periódico extranjero titulase que más que una entronización parecía un funeral. 

                Para  acabarlo de adobar como dirían en catalán solo faltaba que Felipe escuche a Mas según este le suplica y quiera y pueda sacarlo de donde él solo se metió. Pero supongo y espero que el novel rey no se meta en política a riesgo de salir carbonizado.

               3. Oiga, y dos huevos duros.


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