domingo, 2 de marzo de 2014

Philomena


            Una historia familiar o un tema de asuntos personales, en la jerga periodística, de eso va esta película de Stephen Frears. Un periodista, al que acaban de despedir de un cargo político en la era de Tony Blair, traba contacto con una mujer ya mayor que anda buscando a un hijo que cincuenta años atrás unas monjas le arrebataron y vendieron a una familia americana, cuando siendo adolescente quedó embarazada y luego recogida en un convento para parir. Esta singular pareja, madre y periodista, saltará el charco para ir tras el hijo perdido, la mujer porque parece que al fin tiene una pista para dar con él, el periodista, con el nombre verdadero de Martin Sixsmith, el periodista real que siguió la historia, porque ve la oportunidad de reengancharse al periodismo tras su fiasco político. En la búsqueda se encontrarán con unas cuantas sorpresas que animarán el guión cuando parecía que la cosa no daba mucho más sí. El guión está muy bien construido, eludiendo la caída en el sentimentalismo que el tema propicia, con la construcción de los dos protagonistas principales, muy bien interpretados por Judi Dench y Steve Coogan, una madre con una ingenuidad desarmante, sentido del humor, capaz de no guardar rencor por el maltrato a que la sometieron en el pasado y un periodista irónico, cínico, mordaz y descreído, como contrapunto. Los dos se entienden y complementan y ambos consiguen sus objetivos aprovechándose de las expectativas del otro. Parte de la inteligencia del guión está en no cargar las tintas sobre los temas polémicos: el fanatismo religioso o su contrario, por ejemplo.


            La peli está construida con los mimbres del melodrama pero está hecha con tal inteligencia que no lo parece. Stephen Frears trabaja con la idea de que ante la pantalla tiene a un espectador tan sensible como inteligente, por eso no busca las lágrimas como tampoco la risa hueca, más bien la reacción de alguien que está pensando antes de reaccionar a lo que ve. Las pequeñas sorpresas están bien dosificadas de modo que la peli vuela y, cuando acaba se quiere saber más como ocurre con las pelis bien hechas. Magnífica Judi Dench haciendo creíble a esa mujer irlandesa que busca incansable a su hijo arrebatado, llena de dudas sobre cuál será su reacción si lo encuentra, segura de su creencia a pesar de la mala fe de las monjas. El libro del periodista Martin Sixsmith, del cual he leído unos cuantos capítulos, no está, sin embargo a la altura del guión, falta ese juego de ironía y mordacidad, de ingenuidad y empeño que representan los dos personajes de la peli. Algo que también falta en las informaciones de los periódicos españoles sobre temas parecidos, tan mediáticos, de desapariciones y compraventas de niños en las primeras décadas del franquismo.

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