viernes, 14 de febrero de 2014

Soirée francesa en el Delibes


La voz de Adriana Kucerová y la música de la OSCyL recorrerán esta semana la música francesa de los siglos XIX y XX

            Tarde de atmósferas en la sala de conciertos. Pétalos y espectros de rosa, primero, inundados por el romanticismo de mediados del XIX, con la Julieta de Gounod en “Ah! Je veux vivre”, la Pavana para una infanta difunta, de Ravel, lenta y ligera como una oración, tanto que el público, paralizado, ha tardado en reaccionar al final de la obra, o El espectro de la rosa de Berlioz, donde el romanticismo enfermo ha tomado la sala. Después una breve selección de Carmen, con Micaela de protagonista, todo suave, el canto como un susurro, para no ahuyentar las húmedas sombras, que acompañan desde hace días a la ciudad, y con una sorpresa inesperada en Les filles de Cadix, de Delibes, cuando el joven director corso, J.C. Spinosi, se ha atrevido a cantar unos compases con la soprano. Una soprano, Adriana Kucerová que no ha aparecido como esperábamos habillée a lo Audrey Hepburn del programa de mano sino con una larga túnica asalmonada premamá.


            En esta soirée francesa, la segunda parte ha estado dominada por los dos grandes, El preludio a la siesta de un fauno, con el protagonismo de la madera y de las arpas, quizá excesivamente lento para mi gusto, La valse, de Ravel, y la apoteosis, el Bolero, donde Spinosi ha echado el resto, mostrando el showman que lleva dentro: ha convertido la batuta en banderilla, la chaqueta en chaquetilla recogida en el esternón y por fin, con ella en la mano, casi descamisado, ha acabado dando pases a un toro imaginario. En fin, el Bolero siempre rinde.

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