lunes, 20 de enero de 2014

Agosto (August: Osage County)


                De vez en cuando los americanos miran al pasado, no al suyo, al de Europa, al de Grecia y Roma, para ver qué pueden rescatar, con la intención de forjar sus propios clásicos. Aunque en los años dorados de Hollywood hubo grandes películas donde se planteaban los grandes asuntos del hombre, independientemente de la circunstancia histórica, cada generación necesita plantearse parecidas preguntas. Recuerdo, por ejemplo, la reciente The Master, ahora se lleva a la pantalla la obra teatral de Tracy Letts, August: Osage County. De nuevo las mujeres como protagonistas.

                Desaparece el padre de la familia Weston en un accidente en un lago que tiene toda la pinta de ser un suicidio y la familia se reúne en una gran mansión en medio de la gran llanura de Oklahoma para despedirle. Es Agosto, hace mucho calor, la enfermedad es una amenaza. Van llegando las hijas, la hermana de la madre, los maridos o exmaridos, los novios y empiezan a salir las cuentas pendientes, los trapos sucios, las heridas profundas. Amor y odio, afectos ansiados, desprecios, debilidades y aparentes fortalezas. La madre sólo espera el fin del mundo en formato personal: el cáncer, las drogas, la desesperación. Las hijas se aproximan entre el afecto, el miedo a ser rechazadas y la culpabilidad por haber dejado solos a esos dos seres autodestructivos que eran el padre y la madre. Salen a relucir las historias del pasado, cada una con su insoportable carga, también el inseguro presente, eludiendo responsabilidades, escapando.

                La película es una película de actores. Meryl Streep, Julia Roberts, Ewan McGregor, Chris Cooper, Juliette Lewis, Sam Shepard, Margo Martindale. Nada que decir al respecto, cada uno tiene su momento y cumple, quizá con demasiada teatralidad algunos, como la propia Meryl Streep o Chris Cooper, otros más naturales, más cinematográficos. Me ha sorprendido agradablemente Julia Roberts, no la imaginaba en un papel dramático, cumple sobradamente. Es una película de diálogos tensos, los monólogos dramáticos se suceden, no hay respiro durante las dos horas que dura la peli. Sin embargo, hay defectos: la necesidad de dar una escena a cada actor, la de provocar un momento de clímax cada quince minutos, y una cosa echo en falta, algo que suele estar en los clásicos, al menos en los más modernos, los momentos de humor, de relax, aquí hay algunos, al principio, pero son efímeros.

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