miércoles, 18 de diciembre de 2013

Mi vida querida, de Alice Munro


            Al final de Los muertos, el último cuento de Dublineses, de James Joyce,  el relato da un giro que abre un mundo nuevo en la narrativa. Hasta ese momento el punto de vista que se privilegia en el relato es el de Gabriel, el sobrino querido de las tías que organizan el festejo que reúne a los personajes de Los muertos. Es él quien ha de trinchar la oca y pronunciar el discurso encomiástico de cada año después de la música, del baile y las canciones. Al final de la jornada, crecientemente estimulado por la bebida, espera tener un encuentro amoroso con su esposa en la habitación del hotel. Es entonces cuando se produce el cambio. La mujer, Gretta, sale de casa de las tías como ensimismada, tomada por la melancolía. Una canción le ha hecho recordar la muerte de un muchacho que mucho tiempo atrás le había dicho que si ella se iba de Galway él prefería morir. Y así ocurrió. Gretta se ha adueñado del relato, del punto de vista, entonces toda la historia se transforma, nada tiene que ver con lo que había ocurrido hasta entonces. Gabriel queda desplazado, hundido. Tendido sobre la cama, Pensó en cómo la que yacía junto a él había guardado en el corazón aquella imagen de los ojos de su amante al decirle que no deseaba vivir.

            El azar por la yuxtaposición inesperada de hechos o palabras produce efectos sorprendentes, como explica Kundera en sus historias. He leído alternadamente a Joyce y a Alice Munro (A.M.). Me parece que las historias de la escritora canadiense son la culminación, o una de ellas hasta donde yo he leído, del giro iniciado por Joyce. En los relatos de A. M. es la mujer quien muestra el mundo, pero desde un punto de vista nuevo, diferente al masculino. El mundo ya no se ve desde las relaciones de dominio, sino más bien desde los afectos. En esa recomposición el hombre anda perdido, la mujer configurando las nuevas relaciones lo desplaza sin proponérselo. En la cosmovisión masculina las relaciones eran de dominio, de poder sobre sus semejantes, de conquista del sexo opuesto, los perdedores eran hombres derrotados. En la nueva las mujeres se adaptan, buscan un lugar en el que acomodarse, en el que ser felices, buscan el afecto. Aquí, los perdedores son inadaptados. Un buen ejemplo es el relato Tren de Mi vida querida. Con sus dos personajes principales Belle que necesita muy poco para adaptarse y vivir una vida tranquila y Jackson, asustado, huidizo que no se encuentra cómodo en ningún sitio.

            En el periodo de dominio de los hombres muchas mujeres, la mayoría, se adaptaron a él, algunas se comportaron como hombres; ahora muchos hombres andan a la deriva, otros adoptan la cosmovisión femenina, pienso en Almodóvar por ejemplo y su éxito femenino. Ahora la adaptación de las mujeres consiste en hacerse al mundo nuevo y cambiarlo.

            En los relatos de A.M. las mujeres no siempre necesitan al varón para vivir, los cambian con facilidad o los abandonan. Son rebeldes a su dominio o están es proceso de adaptación. Creo que es la primera escritora que yo haya leído donde el punto de vista femenino se manifiesta con tal claridad.

            Mi vida querida el último conjunto de relatos de A.M. es desigual. Da la impresión de que haya agavillado historias guardadas en los cajones, muchas de ellas situadas en la posguerra, cuando ella era joven, salvo quizá la primera, Llegar a Japón, donde presenta a una mujer de nuestro tiempo.

           
            Curiosamente la protagonista de Llegar a Japón, el primero de los relatos de Mi vida querida se llama Greta, como la mujer del relato de Los muertos de Joyce. Una broma más del azar. Greta quiere que pase algo en su vida. Está casada, tiene una hija, pero algo le da vueltas en su interior. Primero escribe una carta más o menos al azar, a la ciudad a la que se dirige en tren. Luego conoce a un chico en el tren con quien tiene una aventura. Finalmente el remitente de su carta le está esperando.

            En Amunden, una chica llega como maestra contratada a un sanatorio de tuberculosos en la montaña. Allí conoce al doctor Fox y a Mary, la hija de la cocinera. Intuye una relación extraña entre los dos, pero cuando el doctor la invita a su casa acepta la invitación. Luego, le pedirá que se case con él y cuando está todo preparado para la boda el se vuelve atrás. “Aunque no lo sepas, quizá hoy haya sido uno de los días más afortunados de tu vida”, le dice antes de despedirse.

            En Irse de Maverley un policía, Ray, pendiente de su esposa enferma, sigue a distancia la vida de Leah, desde que escapa de su familia, de confesión religiosa estricta, con el hijo de un ministro del señor, hasta que vuelve con un hijo pequeño, tiene un asunto escandaloso con el nuevo pastor y la reencuentra en el hospital donde su esposa está muriendo y ella, Leah, se le ofrece para cuidar su casa.

            En Grava, la narradora admira a su hermana rebelde, Caro, que no acepta que su madre haya abandonado a su padre por Neal, un hombre que no se compromete por nada y que llegado el momento no es capaz de saltar a un estanque donde Caro se ahoga.

            En Santuario, Dawn la tía de la joven narradora –trece años- está tan pegada a su marido el doctor Jasper que parece camuflada en el decorado de la casa.

            Orgullo es la historia de un hombre apocado, acomplejado por un defecto físico. Y de Oneida, que hace lo posible por adaptarse a la minusvalía mental y física de ese hombre, un hombre que parece no tener remedio.

            En Corrie quien tiene el defecto es ella, Corrie, coja por la polio. Sin embargo es rica y un joven arquitecto se aprovecha de ello para tenderle una trampa y sacarle el dinero mediante un chantaje simulado. Corrie se enterará pero no le importa, lo deja estar.

            En Tren Belle se adapta. Jackson es el inadaptado.

            A la vista del lago es un cuento raro, se sale de la tónica. Es como una continuación o un preludio, vete a saber, de Ver las orejas al lobo, pero muy inferior a él. La pérdida de la memoria de una mujer mayor.

            Dolly es la historia de dos ancianos que planean su muerte porque creen que ya nada puede pasarles. Sin embargo, la vida no se detiene y algo pasa. Se presenta una antigua novia de Franklin y a la narradora le entra el pánico.

            Finale reúne un conjunto de cuatro textos, recuerdos de la infancia y juventud de A.M. un tanto deslavazados.

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