Escribe Milan Kundera:
“Camino: franja de tierra por la que se va a pie. La
carretera se diferencia del camino no sólo porque por ella se va en coche, sino
porque no es más que una línea que une un punto a otro. La carretera, no tiene
su sentido en sí misma; el sentido sólo lo tienen los dos puntos que une. El
camino es un elogio del espacio. Cada tramo del camino tiene sentido en sí
mismo y nos invita a detenernos. La carretera es la victoriosa desvalorización
del espacio, que gracias a ella no es hoy más que un simple obstáculo para el
movimiento humano y una pérdida de tiempo.
Antes de que
los caminos desaparecieran del paisaje, desaparecieron del alma humana: el
hombre perdió el deseo de andar, de caminar con sus propias piernas y disfrutar
de ello. Ya ni siquiera veía su vida como un camino, sino como una carretera: como
una línea que va de un punto a otro punto, del grado de capitán al grado de
general, de la función de esposa a la función de viuda. El tiempo de la vida se
convirtió para él en un simple obstáculo que hay que superar a velocidades cada
vez mayores.
En el mundo
de las carreteras un paisaje hermoso significa: una isla de belleza unida por
una larga línea a otras islas de belleza.
En el mundo
de los caminos la belleza es ininterrumpida y constantemente cambiante; a cada
paso nos dice: «¡Detente!».
(Milan Kundera, en La inmortalidad)
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