domingo, 24 de noviembre de 2013

Camille Claudel, 1915


Camille Claudel fue una escultora francesa de finales del XIX y comienzos del XX, hermana del escritor Paul Claudel. Tras entrar en el taller del también escultor Auguste Rodin mantuvo una relación pasional con él, pero terminó abandonándolo. A pesar de ser reconocida, no obtuvo encargos por lo que vivió en condiciones de pobreza, hasta que poco a poco entró en la locura. Cercana a los 50 años, tras la muerte de su padre, su madre y su hermana deciden ingresarla en un centro psiquiátrico, en 1913, diagnosticada con demencia paranoide. Cuando comienza la Primera Guerra Mundial es trasladada al sanatorio para enfermos mentales de Montdevergues, Montfavet, cerca de Avignon.

La película narra el internamiento de Camille en ese centro durante el año 1915, cuando ya había comenzado la Primera Guerra Mundial. En medio de seres alienados, como se decía en la época, Camille se muestra abstraída, concentrada en su mundo interior, con una relación distante con lo que la rodea. Los guionistas anuncian al comienzo de la película que lo que van a contar está libremente basado en la correspondencia y en los informes psiquiátricos de Camille Claudel. Durante buena parte de la peli, con voluntad documental, con largos planos fijos, se nos muestra a la protagonista silenciosa, huraña, abstraída, con algunos estallidos de llanto y expresiones de sufrimiento, en medio de grandes espacios grises, rodeada de monjas cuidadoras y enfermos. Han de pasar muchos minutos para que delante del director del centro psiquiátrico Juliette Binoche interprete su primero de los dos monólogos que ejecuta en la película. Camille protesta por su internamiento, de la indiferencia de su madre y hermana que no la visitan y pide que sea devuelta a la calle. Del director no se ve ningún aliento o comprensión, únicamente le comunica que pronto vendrá a verla su hermano Paul. En el último tercio de la peli, aparece Paul Claudel, lejos de los muros y celdas del sanatorio. Aparece como un devoto, obsesivo creyente, se nos muestra recitando un poema donde hace profesión de fe y, después, hablando con un monje cuyo monasterio visita: en un largo monólogo le explica el momento de su conversión en la catedral de Notre Dame. La visita de Paul a su hermana es fría y llena de reproches. Juliette Binoche interpreta su extraordinario segundo monólogo, con una gran contención se queja de que su madre no la visite, de que Rodin le robe sus ideas, de que está encerrada en una cárcel. A la salida el director del asilo sugiere a Paul que su hermana podría salir, pero no obtiene ninguna respuesta del escritor. En total, pasó treinta años encerrada.


La peli es formalmente bella, la interpretación de Juliette Binoche es magnífica, en el punto más alto de su carrera, el ritmo es el adecuado para lo que se quiere contar, a pesar de las críticas recibidas por ello. Lo que falla, desde mi punto de vista, es el tratamiento que se da a Paul Claudel, el contraste maniqueo entre su obsesiva fe y la frialdad con su hermana. Es difícil saber cómo sucedieron las cosas, si el diagnóstico, para los conocimientos de la época, fue el adecuado, pero seguro que el negro blanco que nos muestran los guionistas dista mucho de aproximarse a cómo sucedieron las cosas, al menos con esa frialdad.

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