martes, 8 de octubre de 2013

De paseo


           Comienza el día con un 2B increíblemente tranquilo, grupo duro que me recuerda a otros 2B que he sufrido en mi historia docente. No comprendo que ha sucedido para que esta mañana se comportasen como angelitos. Sigue la mañana con una parada en Cubillas de Santa Marta: unos racimos de uva negra, muy negra, deliciosos, dulcísimos. Denominación Cigales. No sé a qué esperan para vendimiar, quizá esperen a que se sequen después de la lluvia caída en la última semana. El viento del noreste molesto me empuja como a un cohete a la vuelta.

            Por la tarde paseamos por el parque de las Contiendas, un hermoso parque que tiene la forma pero que el tiempo, la lluvia, el viento y el tránsito han de acabar de construir. De golpe nos encontramos cuatro montañeros y desde el balcón del parque comentamos las hechuras de la ciudad, rodeada de cerros: lo que pudo ser, los esfuerzos inútiles, la herida de la vía del tren que la divide, orillando a la gente de las Delicias, el barrio más populoso, barrio de obreros con insuficiente espíritu combativo, creo yo.

            Justo enfrente, al otro lado de la ciudad, dirección Segovia, en el cerro de San Cristóbal, aún se ve el monumento levantado a los falangistas caídos. Parece que, de cerca, el deterioro es evidente, pero desde la lejanía se ven las dos alas que flanquean el yugo y las fechas. La ciudad ha tenido dos alcaldes desde la transición, el primero socialista, catorce años, el pepero actual cumplirá dieciséis, pero hay cosas que persisten, que el tiempo no acaba de sepultar.


            Acabamos en un futbolín. No recuerdo cuando fue la última vez. El camarero se queja de que no se juega como antes, de que la competición ha caído mucho. Me entero de que hay ligas: División de Honor, Primera, Segunda. Unos cuantos clientes miran con desgana el televisor.

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