Lo que
sorprende no es la posición reaccionaria –antigua, de otro tiempo- que subyace
a esa prueba de control de conocimientos a los aspirantes a una plaza de maestros de primaria en Madrid, sino la alegre divulgación de los medios de
comunicación, que la amplifican y dan por válidos los prejuicios ideológicos que
la sustentan. ¿Tiene alguna importancia saber por donde pasa el Duero? ¿Será mal
profesor quien no sepa si la gallina es un mamífero? Pues no, son errores fácilmente subsanables. La respuesta se
encuentra efectivamente en un libro de 1º de la ESO , pero también en muchas páginas de Internet,
al alcance de un clic. El maestro no necesita saberlo.
No lo han
comprendido, no han comprendido nada de qué va la cosa en la pedagogía moderna.
Lo que el maestro ha de saber es cómo explotar las habilidades del alumno,
enseñarle qué ha de hacer para resolver un problema, dónde ha de buscar, qué ha
de hacer para hallar la respuesta. Además, no han comprendido que el mejor modo
de aprender es cometiendo errores, que la forma más eficaz de aprender es ir más
allá del error, no quedarse en él y castigar al que lo ha cometido llamándole
tonto como está haciendo la consejería madrileña con aquellos que se sometieron
a su forma mecánica de mostrar conocimientos o ignorancias. En esa prueba
quienes han suspendido no son los aspirantes a maestro sino quienes la han
propuesto.
Hacer creer
a la gente que un maestro ha de saber por donde pasa el río Ebro es una idea
poderosa, pero saber que el Ebro pasa por la Rioja no es lo más importante que un maestro ha
de saber.
1 comentario:
¿Se pueden decir tantas gilipolleces en tan poco espacio? ¡¡¡Espero que quien ha escrito esto no tenga responsabilidad docente alguna!!!
Publicar un comentario