lunes, 11 de marzo de 2013

11– M: Teléfonos móviles & Titadine




            "Me asomé a la ventana y miré a la calle pero no vi nada… Bajé en ascensor al vestíbulo, donde la gente se agolpaba alrededor de los televisores.
            Ahora pasaban camiones repletos de soldados o policías de cuerpos especiales. Los seguí en dirección a Atocha, a unos diez minutos a pie, y no paraban de pasar camiones de bomberos a toda velocidad, hasta que llegué a lo que llaman un tumulto. Estaba nublado. Había policías y personal médico y gente por todas partes, muchos de ellos llorando y chillando…

            Vi, puede que viera, a un adolescente aturdido con la cara ensangrentada y a un enfermero cogerlo del brazo y sentarlo y darle lo que parecía una bolsa de hielo… Olía a plástico quemado. Alguien me preguntó qué había pasado…

            Entre en el New York Times y cliqué en el gigantesco titular. El artículo describía los helicópteros que oía por encima de mí… la cifra estimada de fallecidos rondaba ahora los doscientos y había al menos mil heridos…

            El gobierno sostenía que habían sido los separatistas… Al despertar leí sobre la conexión con Al Qaeda, aunque el gobierno sostenía que había sido ETA, y vi en Internet un vídeo horrible de las cámaras de seguridad de Atocha: una bola de fuego naranja estallaba en un tren y envolvía a los pasajeros en humo y dejaban el andén cubierto de cuerpos y sangre…

            Le pregunté si conocía a alguien que hubiera muerto por las bombas. Me dio que no. Me dijo que muchos de los muertos eran inmigrantes. Me dijo que era un crimen contra los trabajadores y que ella no conocía a muchos trabajadores. ¿Tú sí?, me preguntó, y lo pensé un momento, luego respondí que no estaba seguro…

            Salimos del piso, caminamos unas manzanas y, antes de ver el gentío, lo oímos; gritaban sobre la verdad, las mentiras y el fascismo. La policía antidisturbios se interponía entre la muchedumbre y la sede del PP…

            La muchedumbre había crecido de tal modo que ahora, aunque seguíamos aparte, estábamos tan cerca que nuestra mera presencia expresaba apoyo…

            Desde allí seguí a pie hasta casa y, una vez en el piso, leí sobre los acontecimientos que estaban desarrollándose y de los que no había logrado formar parte. Al día siguiente había elecciones…

            Le pregunté a un adolescente sentado en un banco dónde estaba la manifestación; se rió de mí. Caminé hasta Colón pero la plaza estaba vacía. Desde Colón enfilé por el paseo de Recoletos, que se convertía en el paseo del Prado. Me sentía extraño buscando una muchedumbre, vagando en pos de la historia o de Teresa…
           
            Si ganan los socialistas, celebraremos un fiestón en casa de Rafa. Si gana el PP, habrá más manifestaciones. Puede que disturbios…

            Ganaron los socialistas. Los medios de comunicación estadounidenses estaban furiosos, afirmaban que España se había dejado intimidar por el terrorismo. Fuera la gente lo festejaba… Arturo habló con Teresa durante todo el trayecto de algo relacionado con que Pedro Almodóvar había dicho en la tele que el PP planeaba un golpe, pero quizá yo lo entendiese mal. Cuando por fin llegamos a la carísima casa de Rafa pregunté cómo había ganado tanto dinero. Sonrieron…

            Oí que el teléfono móvil, decisivo en la organización de las manifestaciones, era la tecnología política dominante de la era. ¿Qué pasa con el Titadine, la forma de dinamita comprimida empleada en los ataques?, quise decir; ¿acaso no era la tecnología dominante?"

                                           (Ben Lerner, Saliendo de la estación de Atocha, 2011)

No hay comentarios: