sábado, 16 de febrero de 2013

Resoba. Por el valle de Pineda (Palencia)




            Hoy, en Resoba, el pronóstico se cumplió: nublado en la mañana y soleado a mediodía, tanto que por olvido de cremas y gafas de sol se me quemó la cara y ahora ando como un cangrejo colorado.


            Excursión por la ruta de los pantanos palentinos, entre el valle de Pineda hacia el Pisuerga y el Carrión. Caminos y senderos nevados, con nieve crujiente y poco hielo, aunque evitamos la vuelta hacia Santibáñez de Resoba por el miedo al suelo helado en las zonas de la umbría.


            A lo lejos, no demasiado, siempre a la izquierda el Peñarredonda, y a la derecha el Peñalabra, con su cresta, y el Valdecebollas,


y de frente, siempre de frente, los dos colosos palentinos, el Curavacas, y asomando, más allá, la forma piramidal del Espigüete.


            La vuelta, la tarde cayendo, por la senda de los osos desde el Parador de Cervera a Cervera.


            Ya en el bus, un recuerdo para nuestro compañero Miro, al que Dios tenga en su gloria como creyente que era.

Mira: a punto estás de penetrar en el bosque.

Vas a dejar la casa blanca de la cima

tan plácida, tan llena de música y sosiego,

y ahí te espera el bosque impenetrable.


Irremediablemente deberás cruzarlo:

el bosque que desciende por ladera escabrosa,

el bosque en que no hay nadie

y el bosque en el que puede haber de todo,

el bosque de humedades venenosas,

morada de lo negro

y de una luz que enturbia la mirada.
(Antonio Colinas)


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