Para
conocer una ciudad grande o de mediano tamaño como Valladolid nada mejor que
dejarse llevar por el impulso y ritmo de la bici. Vista desde lo alto esta ciudad es
una llanura atravesada por dos ríos, el Pisuerga y el Esgueva y otro más, un
poco más lejos, el Duero. La posición es inmejorable, y si el Duque de Lerma y
Felipe III hubiesen sido un poco más persistentes, no hubiese desmerecido como
capital del reino. La ciudad está rodeada de cerros no muy altos pero lo
suficiente para ofrecer buenas vistas.
Hoy he conocido el que es
probablemente el más bonito, el llamado Cerro de las Contiendas, uno de esos
nombres que se prodigan por aquí, empaque sonoro que tanto gusta a los
catalanes que vienen de turistas para confirmar la idea que tienen del castellano y de lo
castellano y que a mí me resulta ampuloso y gritón.
Un cerro amplísimo convertido en un gran parque, más o menos del tamaño de Montjuic, por ejemplo, y en muchos
aspectos semejante al parque agreste de Collcerola, con vistas espléndidas en todas las
direcciones, hacia la ciudad, en el sur, con las dos torres iconos, la del
edificio más alto, el del Duque de Lerma, y la torre de la catedral que quedó
en pie tras el terremoto de Lisboa, abarcando toda la vega del Pisuerga desde
el este, donde se avizora el humo de las chimeneas industriales de la Michelin, hasta el oeste, con el
estadio de fútbol y el auditorio Miguel Delibes, o hacia Zaratán y Villanubla,
donde está el aeropuerto, hacia el norte.
El parque está
en proceso de llegar a ser bosque, bosque urbano dice la cartelería oficial, porque los árboles están recién replantados y los viejos son pocos numerosos.
Sin embargo es lo suficientemente irregular, hay tantas zonas diversas, tantas
perspectivas, está tan lleno de caminos y senderos para bicis y personas, de
miradores y parques infantiles que tiene todo lo que se necesita para ser el
gran parque que la ciudad necesita. Incluso en la zona más plana y verde me
topo con un rodaje que parece de época, no sé si anuncio, televisión o cine.
Hay además
un moderno, bonito y extenso cementerio, que también recuerda a Montjuic, en
una de las laderas que cae sobre la ciudad.
Sin embargo, incomprensiblemente,
en lo alto del parque, en la cara que da a la ciudad han construido una
urbanización reciente de los años del ladrillo, sin terminar. También eso es propio de la
burguesía especuladora y depredadora que tan poco ama a su ciudad.
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