
La obra va mezclando pasajes del pasado, la discusión sobre cómo editar a Horacio, a Catulo o Propercio, la importancia de poner una coma aquí o allá, que puede dar sentido a toda una vida, con el presente de las pasiones, donde la vida es más poderosa que el prestigio que se puede obtener con una buena edición.
En el segundo acto, el amor platónico del que con tanta naturalidad poetizaban los clásicos se traslada a finales del XIX con el caso Oscar Wilde que sale a escena brevemente. En paralelo el protagonista de la obra, que alterna el final de su vida cuando es recibido por Caronte para embarcarse hacia el Hades con el presente cuando se enamora de un compañero deportista sin visos de triunfar en su acercamiento. La pieza muestra el largo camino desde la ensoñación juvenil en torno al amor imposible hasta la erudición en que toda una vida se ha dedicado a situar correctamente esa coma, el camino cerrado hacia el amor entre hombres en esa época de transición. Mientras tanto Tom Stoppard va colocando a lo largo del texto su propia erudición e ingenio, con citas de los clásicos que crean una atmósfera enardecida entre los personajes en el primer acto y de fría melancolía en el segundo.
He aquí alguna muestra del brillante ingenio de Stoppard:
“Un verdadero amor por el aprendizaje es uno de los delitos que causa ceguera y lleva a un joven a la ruina”.
“La universidad existe para buscar el sentido de la vida mediante el conocimiento”.
“Los soles pueden ponerse y salir otra vez: cuando nuestra breve luz se ha apagado dormimos el sueño de la noche perpetua. Dame mil besos, y luego cien más, y luego otros mil, y agrega cinco veintenas…” (De Catulo a Lesbia). (Según Stoppard Catulo inventó el poema del amor).
“Es muy probable que el infierno consista en la modernización extendida al infinito” (Ruskin). La estación de Paddington como ejemplo.
“El éxito en la vida es mantener este éxtasis, arder siempre con esta llama brillante como una piedra preciosa. Fracasar es formarse hábitos. Arder como una llama brillante es capturar la conciencia de cada momento”.
“Cynthia la primera que me hizo cautivo con sus hojos” (Propercio).
“Cuando eres amable paso el día como un dios, cuando apartas tu rostro, me cubre la oscuridad”.
“El amor es como un trozo de hielo que un niño sostiene en la mano” (Sofocles).
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