lunes, 18 de febrero de 2013

La heroína del día




         En un contexto de ciclogénesis política explosiva la heroína del día se llama Beatriz Talegón. Ni Bárcenas y su gesto, tras una jornada de esquí en Canadá, ni Urdangarín y su suegro ("Corinna y Urdangarin hacían negocios juntos e informaban al Rey"), ni las escuchas catalanasque el ministerio del interior quiere tapar cuanto antes, ni la ex novia de los Pujol (“Me lié con él porque es bueno en la cama”). (“Siempre ha sido así, siempre han robado o siempre les hemospagado en negro, si lo prefieren”). En un país donde los recortes siempre hay que hacérselos a los demás y los que se quejan y los que protestan lo hacen sabiendo que todo es en balde y no tiene coste, hay una heroína:



            Beatriz Talegón (“Daba pena ser yo el centro de la manifestación") es peor que todo eso por la insuperable e insoportable exhibición de la bondad. Apartados los corruptos, echados a las fieras mediáticas y luego exiliados en las dulces playas del sur con el botín a buen recaudo, lo que podría esperarnos el día después es la bondad de Beatriz Talegón. Bajada del cielo de las ideas como un ángel sin mácula deberíamos aceptarla sin crítica alguna, coronarla como la encarnación de la pureza. Es decir, de cabeza al peronismo.

“A mi entender –le hace decir John Williams a Cayo Cilnio Mecenas en una carta que éste escribe a Tito Livio- el moralista es la más inútil y despreciable de las criaturas. Es inútil porque prefiere destinar sus energías a hacer juicios en vez de adquirir conocimientos, sencillamente porque juzgar es fácil y adquirir conocimientos es difícil. Y es despreciable porque sus juicios reflejan una imagen de sí mismo que, en su ignorancia y en su orgullo, le gustaría imponer al mundo”.
           Los escándalos son tantos que la palabra escándalo ha dejado de tener significado alguno, es una palabra vacía, como esas palabras que se repiten mil veces delante del espejo. Convertido en espectáculo, la miseria del político ha subido al escenario para divertir al personal y exudar el drama. Sería el momento no de abandonar Cataluña que no tiene cura, sino de abandonar España porque si después del lavado viene la Talegón habremos bajado un escalón (perdón por el ripio), como lo bajó Argentina en la época del General, del que resulta prácticamente imposible recuperarse y salir.

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