miércoles, 6 de febrero de 2013

La esquimal, otro relato de Alice Munro



            En La esquimal, May Jo toma sus primera vacaciones. En realidad la ha invitado el doctor Streeter. Mary Jo hace de enfermera en su consulta. Vive en el piso de arriba. De vez en cuando viene a verla Rhea, la hija del doctor. Viene y habla con ella. Rhea le pregunta sobre su padre para criticarlo y burlarse -"el Gran Hechicero", "mentalidad de dinosaurio"-, pero Mary Jo lo defiende, no porque sea hombre o porque sea padre, sino porque es un gran cardiólogo, el mejor de esta parte del país. Al principio, cuando Mary Jo era más joven, hace de eso doce años, Rhea llamaba para decir que iba a su casa, al piso de arriba, y Mary Jo limpiaba las huellas que el doctor había dejado. Por entonces subía desde la consulta muy a menudo aunque sus estancias eran cortas. Recuerda cuando le hacía el amor teniendo el aparato de los dientes puesto aún, apartaba la cabeza pensando que a él no le gustaría el sabor metálico.

             Ahora, en el avión, de camino a Tahití, hay una pareja bastante disfuncional unos asientos por delante. Él es un hombre corpulento mayor que el doctor Streeter pero mejor conservado y ella una chica muy joven a la que le falta la dentadura superior. Los dos tienen la piel oscura. Hay un momento en que discuten y ella quiere levantarse y salir. Pero él la coge de la pierna y la obliga a sentarse. Hasta que consigue saltar por encima de él salir al pasillo y buscar asiento al lado de la ventana junto a Mary Jo. La chica habla torpemente pero consigue decir que es esquimal -inuit-, que los dos, él y ella, van a Hawai, que tiene dieciséis años. Mary Jo le dice que va a ir a la parte de atrás del avión. Allí podrán hablar sin miedo. Pero cuando Mary Jo llega hasta el último de los asientos ve que la chica no la ha acompañado. Cuando vuelve a su sitio, ve como la chica ha recuperado su lugar frente al hombre corpulento, ve cómo le está besando la cara, los labios, las mejillas, los ojos del hombre, cómo le lame su gruesa nariz. Mary Jo siente una gran repugnancia.


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