La declaración de ayer del
Presidente Rajoy fue enfática, no por menos esperada. Enfática porque pidió fe
en su honradez, cuando de eso vive un político cada día, de la renovación diaria
de la fe en su ejecución política, desde que es elegido hasta que acaba su
mandato porque ha llegado al final o porque ha perdido la gracia,
Y necesaria porque todo lo
demás está en cuestión. Podría decirse, la fe en el Presidente es lo que
sostiene el sistema político:
Fe en Rajoy, frente a su ex
tesorero convertido en un truhán que ha organizado un diabólico sistema de
chantaje, en el que mezcla verdad con falsedad, difícil de desentrañar, aunque fácil
objeto de desprecio,
Fe en Rajoy, frente a su
partido desacreditado por la gurtel y por lo que se ve sin capacidad de reacción,
frente a la oposición tan timorata, con tan poca fe en sí misma, o frente a políticos
outsiders –Bono, Zaplana, Martín Villa- emboscados en fundaciones, y patrimonios,
tan opacas y opacos como el patrimonio del propio Bárcenas,
Fe en Rajoy, frente a la
prensa que le acosa con los papeles de Bárcenas, disminuida en ventas,
cercenada su capacidad de presión (sin lectores, con fallos garrafales como la
portada Chavez), una prensa que, si hasta los novelistas lo hacen con la no
ficción, con más motivo ella, ha de acreditar lo que publica y explicar en qué
condiciones ha obtenido los datos que ofrece,
Fe en Rajoy, frente a la Opinión Pública , también con
problemas de credibilidad. ¿Dónde se mide su credibilidad? ¿En los
manifestantes que asaltaron las sedes del PP, que quisieron hacer lo mismo con
el Congreso, tan disminuidos? ¿En los platós de televisión, en esos decorados
chillones de Telecinco, tan llenos de bombillas y tan prestos a aplaudir a los
gritones? ¿En las encuestas de opinión, tan puestas en cuestión cada vez que se
confrontan con las urnas?
Rajoy se ofrece, pues, como salvaguarda
de la credibilidad del sistema político español, “ensombrecido por la sospecha",
según Oriol Junqueras, aunque éste ha tenido una contundente respuesta: “Cataluña
acaba de pedir 9000 millones al Estado, y esta es la mayor declaración de
dependencia desde su fundación” (A. Núñez Feijoo),
Rajoy reedita el “Sólo ante
el peligro” que otros presidentes democráticos antes que él tuvieron que
aceptar: Roosevelt tras el crac del 29 en EE UU, De Gaule después de la guerra
en Francia, Adolfo Suárez después de la muerte de Franco. En eso consiste un líder,
para eso lo elegimos. Por eso existe la democracia, en un rey no haría falta
tener fe, sólo obediencia y sumisión.
No hay comentarios:
Publicar un comentario