sábado, 5 de enero de 2013

Rincones

Mi rincón de Sitges

              Existen muchos lugares en la Tierra, cada uno tiene el suyo. Yo donde mejor me encuentro es paseando por Barcelona. Ahora me la quieren robar, una pandilla de granujas, si esta palabra no tuviese esas connotaciones positivas. Barcelona es de todos, de todos los que la pasean, de todos los que la han hecho suya, cada uno a su manera. Esta pandilla, una familia y el pinyol, la quieren secuestrar, ahormar, reducir su explosiva diferencia. No me importa que se queden con Vic o Girona, con Solsona o L’Estartit, me importa algo más la vieja Tarraco, pero no Barcelona. A quienes vivimos en los últimos años del franquismo nos avergonzaba manifestarnos como españoles, queríamos ser de otros lugares para vivir a gusto. Supongo que no llegará el momento en que ser de Barcelona nos avergüence igual.

Mi vista del Garraf
            Saliendo de Sitges, en la glorieta, dos mossos a cada lado. En la solana uno, con aire de Capitán Fracasa, pito en boca, listo para parar y multar; el otro en la umbría, los dedos en el guasap.

           En la cafetería, 11, 30 de la mañana, gran pantalla: los entrenamientos del Barça en vivo y en directo con el público diciendo en el micrófono lo emocionado que está, literalmente embargados por la emoción. Los clientes de la cafetería miran, miramos, el entrenamiento del mejor equipo del mundo.

           Los que mandan nos aseguran que rescatar a los bancos quebrados es necesario para que no se hunda el país, para que el dinero siga fluyendo por las venas arenosas de la economía. Vale, bien. Incluso, afirman, es más barato que dejarlos caer porque sería mayor el capital que habría que pagar a través del Fondo de Garantía a los ahorradores. Concedamos. Pero, ¿cómo entender que a los malos gestores que han llevado a los bancos a la ruina no se les deje caer? Al contrario se les premie. Véase Rato, aupado a dos consejos en Telefónica (200.000 euros). ¿Cómo creerles?

Se hace saber, para general conocimiento: el mapa de la corrupción en España.



No hay comentarios: