sábado, 26 de enero de 2013

Proyecto Nim



            ¿Puede un chimpancé comunicarse con un hombre? Esa idea ha atraído a los científicos desde hace tiempo. En los años setenta un psicólogo de la Universidad de Columbia, separó a una cría de chimpancé de su madre y la entregó a una familia para que lo cuidasen como a un niño y aprendiese el lenguaje humano. ¿Sería capaz de adquirir el lenguaje y de desarrollar la inteligencia? La virtud principal de dicha familia era que el padre y la madre que venían de matrimonios anteriores tenían muchos niños. En seguida se estableció una corriente de afecto entre la madre, que incluso le daba el pecho, los hijos y la cría de chimpancé. No así con el padre, ambos mostraron desde el principio enemistad mutua. El experimento tenía un fallo: la familia no seguía ningún método científico. En aquellos años coincidían dos cosas el riesgo en la experimentación y los prejuicios. Algunas cosas se hacían por aventura, otras no se hacían por prejuicios. Recordemos como vapulearon al doctor Rodríguez Delgado por experimentos neurológicos que hoy son habituales.

            El psicólogo arrebató el chimpancé a la familia, con gran dolor de ésta, y lo entregó a especialistas, jóvenes universitarios y una profesora que enseñaba el lenguaje de los sordomudos. A medida que el chimpancé iba creciendo, su salvaje agresividad fue manifestándose de forma natural. Mordía con sus agudos colmillos a los investigadores. Se decidió cerrar el proyecto. Pero el documental que lo explica, Project Nim,  no se para ahí, relata la vida del chimpancé hasta el final de su vida que no fue muy agradable por diversos motivos, entre ellos el haber sido separado de su propia especie, pero también por haber caído en manos de un científico que lo sometió a otro tipo de experimentos.

            El documental está montado con entrevistas a la gente que participó en el proyecto o que se ocupó del chimpancé después, con fotografías y con filmaciones tomadas por los experimentadores. Es objetiva, aunque narrada desde el presente es lógico que se muestre crítica con aquel modo de proceder que no seguía las reglas del método científico tal como se han ido estableciendo. Salen malparados el director del proyecto y el segundo experimentador. También es emotiva porque recoge imágenes de época y muestra el afecto que en general recibió de quienes lo trataron, así cómo el encariñamiento que él cobró hacia ellos antes de convertirse en un ser adulto. El documental está muy bien hecho, bien narrado y se sigue con mucho interés.

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