¿Puede un
chimpancé comunicarse con un hombre? Esa idea ha atraído a los científicos
desde hace tiempo. En los años setenta un psicólogo de la Universidad de
Columbia, separó a una cría de chimpancé de su madre y la entregó a una familia
para que lo cuidasen como a un niño y aprendiese el lenguaje humano. ¿Sería
capaz de adquirir el lenguaje y de desarrollar la inteligencia? La virtud
principal de dicha familia era que el padre y la madre que venían de
matrimonios anteriores tenían muchos niños. En seguida se estableció una
corriente de afecto entre la madre, que incluso le daba el pecho, los hijos y
la cría de chimpancé. No así con el padre, ambos mostraron desde el principio
enemistad mutua. El experimento tenía un fallo: la familia no seguía ningún método
científico. En aquellos años coincidían dos cosas el riesgo en la experimentación
y los prejuicios. Algunas cosas se hacían por aventura, otras no se hacían por
prejuicios. Recordemos como vapulearon al doctor Rodríguez Delgado por
experimentos neurológicos que hoy son habituales.
El
psicólogo arrebató el chimpancé a la familia, con gran dolor de ésta, y lo entregó
a especialistas, jóvenes universitarios y una profesora que enseñaba el
lenguaje de los sordomudos. A medida que el chimpancé iba creciendo, su salvaje
agresividad fue manifestándose de forma natural. Mordía con sus agudos
colmillos a los investigadores. Se decidió cerrar el proyecto. Pero el
documental que lo explica, Project Nim, no se para ahí, relata la vida del chimpancé
hasta el final de su vida que no fue muy agradable por diversos motivos, entre
ellos el haber sido separado de su propia especie, pero también por haber caído
en manos de un científico que lo sometió a otro tipo de experimentos.
El
documental está montado con entrevistas a la gente que participó en el proyecto
o que se ocupó del chimpancé después, con fotografías y con filmaciones tomadas
por los experimentadores. Es objetiva, aunque narrada desde el presente es lógico
que se muestre crítica con aquel modo de proceder que no seguía las reglas del
método científico tal como se han ido estableciendo. Salen malparados el
director del proyecto y el segundo experimentador. También es emotiva porque
recoge imágenes de época y muestra el afecto que en general recibió de quienes
lo trataron, así cómo el encariñamiento que él cobró hacia ellos antes de
convertirse en un ser adulto. El documental está muy bien hecho, bien narrado y
se sigue con mucho interés.
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