miércoles, 19 de diciembre de 2012

Sueños del origen, de Eloy Sánchez Rosillo



                                                 "Si la vida no aprieta y nos permite
                                                 mirar y ver y respirar en calma
                                                 al margen del ruido y de la prisa,
                                                 en ocio atento y puro,
                                                 no hay día que no tenga su milagro".

            Sé que para escribir bien hay que hacerlo lentamente, quizá con indolencia, y volver a lo escrito y corregir, pero yo no puedo, el músculo del tiempo que corre me agita, me lleva, me enardece. Por eso admiro a los poetas.

            Leo Sueños del origen (2011), de Eloy Sánchez Rosillo, Murcia, 1948. Me quedan algunas sensaciones que es inútil que transmita porque el poeta lo hace mejor que yo y cada lector debe encontrar las suyas. 

En el universo de ESR no caben Twiter, ni Facebook, ni siquiera un móvil conectado, abre los ojos y mira lo que tiene enfrente: personas y cosas, como si fuera la primera vez que se miran, y lo expresa, las expresa como si él, el poeta, fuera una cosa más, un elemento del paisaje.

Espigo y guardo estos versos para no perderlos del todo.

Mis días sólo han sido servidumbre
al tiempo fragmentado que aprendí.

Mañana de oro limpio y bien pulido
de oro fresco que cae
incesante del cielo...

(golondrinas)        … mientas que yo, en silencio,
las veo volar, por la mañana de oro…

Las tardes de estos días primeros del otoño
se apagan de manera tan delicada y dulce…

...recogiendo despacio la luz tibia y dorada
que antes había dispuesto sobre el mundo
y la concentra en un horizonte…

La verdad y lo vivo centellean

En cuántas ocasiones
se opone tercamente esto que somos
-un ruido, un dolor, un desatino-
a lo que el corazón, por gracia pura,
siente como verdad.

(marzo)                       … uno no ignora
que existe el sol, que hay pájaros, abejas,
tardes que paulatinas van creciendo,
rosas, cielos azules, y muchachas…

Sería necesario el tiempo quieto
de un reloj sin agujas para hablar
alguna vez del todo y hasta el fondo…

Sin duda es mal negocio escribir sobre ranas.
Todo el mundo lo sabe: no son bichos poéticos.
Mucho tiempo he callado, pero hoy
no tengo más remedio, que hablar de ellas…
… Al llegar el verano, por las noches,
comenzaban las ranas a charlar en voz alta
de sus asuntos más controvertidos
y a cantarle a la luna con hondo sentimiento…
                                               … Gustoso
les doy la bienvenida al cuaderno en que escribo
y las dejo que aquí, sobre esta página,
canten y salten lo que quieran.

La belleza es de todos
(huerto con sombras y sol, aljibe y cielo
y acequia rumorosa,
con su fruta madura y su rosal,
y con su adelfa amarga):
patrimonio común que sin embargo
sólo es de cada uno.

Que haya adquirido la costumbre el alba
de venir cada día
desde las fuentes puras del asombro
y en la orilla del cielo ir levantando
-despacio y muy deprisa-
su árbol frágil
y esbelto de luz tierna…

…El segundo terrible en que el amor
es ya en tu corazón algo que era.

Nuestro asunto es la vida. El que muramos
es cosa de la muerte.

                                   Se muy bien
que no fui yo quien hizo los poemas
que en mis libros figuran. Fueron ellos
los que a mí me crearon…

Aun con la puerta bien cerrada,
el olor del invierno se ha metido
en mi casa esta tarde y ha impregnado
de tristeza hasta el último rincón…

En silencio absoluto, y sin moverme,
veo y escucho un verderón que canta
ahí mismo, en ese árbol, bajo el sol
de un insólito día de febrero.

                                   Y hay deleite
no obstante en aguardar, y está bien que las cosas
vayan de mala gana renqueando…

No me cabe en el cuerpo la alegría
de que por fin haya llegado marzo.
No sé qué hacer con ello…
                                   … Acaso
lo desmenuce en migas de pan tierno…

Que no termine mayo sin que yo me haya dicho:
“Ahora transcurre mayo”.

Haber tenido mucho no es alivio
si el presente le tiende a nuestra sed un vaso
lleno tan sólo de melancolía…

Andar solo, sin mí, qué maravilla.

He llegado hasta el fin de unas comarcas
de dentro de mí mismo que antes desconocía.

Hasta el más miserable y más sin nada
conoce la belleza.

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