¿Qué tiene esta peli que merezca la pena desplazarse para ir
a verla? ¿Es una peli más de polis y acción? Tiene trapicheos, asaltos, infracciones, todas esas cosas que las pelis de género nos
han acostumbrado a suponer que suceden en las grandes ciudades americanas,
aunque por aquí también comenzamos a ver cosas parecidas como en la reciente
Grupo 7. Sucesos que acaban con un gran asunto, sea la corrupción de las autoridades,
la mafia, el tráfico de droga al por mayor o todo mezclado. Ese es el hilo
argumental previsible. Aquí, los dos protas interfieren en un asunto del cartel mexicano
de Sinaloa, que los perseguirá a muerte. Hay un segundo hilo, las relaciones
que se establecen entre los policías, las relaciones de poder, las familiares o
la amistad entre los dos polis que patrullan juntos. También en esta peli está
todo eso, pero la variación fundamental está en la relación que se establece entre
los dos polis que van y vienen en el mismo coche patrulla. Dos jóvenes que
comienzan a organizar su vida, uno blanco y otro chicano, sus conversaciones
sobre la vida, sobre la familia en particular, opiniones muy conservadoras como
se supone que debe ser, la fragilidad a que se exponen por haber escogido ese
oficio, el fuerte vínculo que se establece entre ellos, una relación más allá
de la amistad, incluida cierta ambigüedad.
El montaje
traba los dos hilos argumentales, graduando el interés y la tensión, la
planificación los aproxima al espectador, con planos muy cercanos, en
movimiento o fijos, simulando las tomas de las minicámaras que se están
poniendo de moda, como si se recuperase aquella cámara al hombro de la nouvelle
vague. Todo eso hace que la interpretación y la química entre los dos protas
sea fundamental, y lo es: consigue trasmitir la claustrofobia que se
debe sentir dentro del coche y la levedad de sus vidas cuando la amenaza de los
malos es tan presente.
La peli se
sigue bien, con interés, ¿pero basta? Este tipo de pelis que siguen cultivando
el género tienen un problema, que existen las series y que está el modelo The
Wire, y que una peli nunca podrá ahondar como ellas en la psicología de los
personajes, en la complicación de la trama, en la aproximación a la densidad de
una novela, como sí que pueden hacer las buenas series. Aunque quizá sí que haya
algo diferencial: la mezcla de serena relación amistosa entre los protagonistas
y la progresiva tensión a la que la calle les somete hasta la desatada
secuencia final.
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