sábado, 15 de diciembre de 2012

A la autodisciplina por la neurociencia

            Ernst Fehr, 56 años Catedrático de Economía Experimental en la Universidad de Zúrich, especialista en neuroeconomía, una disciplina que mezcla psicología, economía y neurología. Esto dice (EL MUNDO. SÁBADO 15 DE DICIEMBRE DE 2012):

La neuroeconomía busca entender el comportamiento humano. Individual y social. La predisposición al riesgo, el comportamiento altruista, la actitud de cara al consumo, a los contratos. Todo en términos cerebrales. La Economía del Comportamiento era una disciplina que mezclaba economía con psicología. Ahora tenemos un tercer elemento, la neurología, porque hay nueva tecnología a nuestra disposición que nos permite más.
 La tecnología que usamos es la estimulación magnética transcraneal. Aplicamos impulsos magnéticos al córtex, con electrodos. O estimulación de corriente transcraneal directa, que es una diminuta corriente eléctrica. Pero debe ser muy pequeña para que sea ética. A largo plazo esta investigación nos permitirá conocer mucho mejor la interacción entre la biología y la sociedad. 
En la educación, en el aprendizaje. Si un niño aprende un idioma, en sentido estrictamente biológico, lo que hace es entrenar su cerebro. Todo lo relacionado con la educación está relacionado con la actividad neuronal. Y tiene consecuencias. Nosotros estudiamos si podemos mejorar la autorregulación o autocontrol de niños de seis o siete años.
 Hablamos de autodisciplina. De si los niños tienen la capacidad, la habilidad, para concentrarse, de persistir en una actividad, esforzándose, a pesar de algunos obstáculos. Hay muchas evidencias que indican que este autocontrol es un gran predictor del éxito en la vida.

Si mides la capacidad de autocontrol de un niño a los 10 años, podrás anticipar bastante bien si será rico 25 años después, o cuánto ganará en su trabajo o incluso la probabilidad de que tenga un trabajo a tiempo completo. O por ejemplo, la probabilidad de que una chica se quede embarazada antes del matrimonio. En psicología, durante mucho tiempo, se pensó que las motivaciones no eran una habilidad. Pero yo creo que sí que lo son. Si estás realmente motivado para seguir adelante, a pesar de los obstáculos, tendrás más éxito en la vida. Y por eso, ser capaz de motivarse a uno mismo es en sí una gran habilidad. Piense en Mitterrand, que perdió tres elecciones antes de convertirse en presidente de Francia.
 Tenemos un estudio que muestra que el volumen de materia gris ligeramente encima y detrás de las orejas, la zona temporoparietal, predice el grado de altruismo de una persona. Y estamos comprobando cómo podemos alterar ese volumen y por tanto hacer que la gente sea más o menos altruista. No lo hacemos porque creamos que debemos cambiar a los seres humanos. Pero si somos capaces de enseñar el autocontrol, la paciencia, podemos hacer que la gente tenga más éxito en la vida. Científicamente todavía no sabemos cómo, pero cualquier padre lo intuye y sabe que es la parte más difícil de la crianza. Si entrenas a tus hijos para que obedezcan las normas sociales y para ser buenos ciudadanos, es más probable que lo sean.
Aparentemente, nuestro cerebro percibe el riesgo constituido por otros comportamientos sociales de forma diferente al que se percibe por el entorno. Confiar es simplemente estar dispuesto a asumir un riesgo, el riesgo de que otra persona te engañe, ya sea en una operación comercial, en un trabajo o una relación.
Los mercados sólo pueden funcionar si la gente mantiene sus promesas. Sin ello no hay intercambios, no es posible. No es lo único necesario pero es imprescindible. Pero ojo, hemos tenido economías de mercado mucho antes de la existencia del Estado como garante de los contratos. Ahora tenemos a la Policía, Estado, tribunales. Pero en la Historia de la humanidad apenas supone un milisegundo. El resto de la evolución la hicimos sin esas instituciones.
Las instituciones son un tesoro en sí mismas creadas por el altruismo de la gente. En Italia hay gente que lucha contra la corrupción, contra la mafia, arriesgando sus vidas, y no hay nada que pueda compensar ese riesgo. Nada. Hay un componente de altruismo, lo que otros llaman deber. Siempre ha habido gente poniendo en marcha este tipo de instituciones porque pensaban que había que hacer el bien para la sociedad en conjunto.
A la sociedad le interesa tener ciudadanos que sean prosociales. Es mejor vivir en un país, en el que si le pides ayuda a un desconocido éste te ayude. Es mejor tener una sociedad en la que los empresarios tengan una necesidad interna de no engañar a sus clientes pudiendo hacerlo. Las virtudes cívicas, como la honestidad, el cumplimiento de promesas, ayudar a otros, aumentan el bienestar de cualquier sociedad, y si podemos encontrar formas de potenciarlas, creo que debemos hacerlo.
 No tengo miedo. Es como decir que la invención de la energía atómica es mala. No, ha hecho un enorme servicio a la humanidad, a pesar de las bombas. El mundo va ahora mucho mejor que hace un siglo. Hay menos dictaduras, menos guerras, somos mucho más liberales. Ha habido un enorme progreso en todas partes en términos de renta, de libertades, de derechos. No hay ninguna razón para pensar que el desarrollo de nuevas tecnologías vaya a causar daño o generar más peligro que en el pasado. O que la humanidad no vaya a ser capaz de regularla y controlarla. No puedo demostrarlo, pero la evolución de los últimos 200 años me lleva a ser optimista.

La ciencia normal es aburrida. Lo realmente emocionante está en las fronteras, al límite. Cuando empecé con Economía del Comportamiento mis colegas pensaron que no despegaría. Las disciplinas cambian y lo que hace 20 años no se pensaba, ahora se da por básico.

 

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