domingo, 4 de noviembre de 2012

Ribeira Sacra II



            No sé qué vamos buscando cuando nos alejamos de nuestra ciudad unos días o unas semanas. Muchas cosas entran en juego, quizá gratificaciones que la vida diaria no nos ofrece, quizá poder comparar nuestro tiempo con el paisaje antiguo desaparecido o con espacios sociales menos afortunados que los nuestros, o eso creemos o queremos creer. También hablar con gente que nos escuche al tiempo que damos oportunidad de hacerlo a gentes que no tienen ocasión de hablar con extraños.


            Nos extasiamos ante las panorámicas generales, ante la labor geológica, o ante los detalles que dejaron los canteros en los frisos de piedra o en los capiteles, ante las obras que se van desmoronando. No hace falta ser especialistas, cada uno tiene sus necesidades o sus huecos que trata en vano de colmar. El furor por las listas, por las colecciones: ciudades, países, parques naturales, monumentos, el románico palentino, la Ribeira Sacra. Aunque siempre, por encima de todo, esperamos la sorpresa humana, o eso creo, que alguien nos de aquello que nos falta.


            Como digo, estos valles de Orense parecen perdidos, en fase de ser deshabitados, huellas de un tiempo en el que ahora encontramos encanto aunque debió ser muy dura la vida de los hombres en los siglos pasados: esas maravillosas terrazas donde se extiende el otoño amarillo, verde y ocre fueron lugares de trabajo bruto, donde se arrastraron piedras para construir las paredes que retenían el bancal, donde se trabajaban los viñedos casi verticales para producir unos pocos kilos de uva.


            O esos cenobios apartados, con vistas al río, maravilloso paisaje confundido entre los árboles y los matojos, desdibujados por la lluvia. ¿De qué vivía esta gente si la escasa tierra retenida en la abrupta ladera que cae a pico sobre el Sil o sobre el Miño no podía producir gran cosa?, ¿era fe lo que les movía para apartarse de la mínima civilización? Quedan los signos contradictorios en las imágenes que poco nos dicen sobre la vida interior, sobre los impulsos vitales. Qué les movía.

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