Las
tecnologías una vez que aparecen evolucionan en cuatro fases básicas. En la Fase I los productos de la tecnología
son tan valiosos que se guardan celosamente. El papel, por ejemplo, se
inventó como papiro en el antiguo Egipto, y hace mil años en China tal como lo
conocemos hoy. Era tan valioso que los sacerdotes lo guardaban con gran celo. Michio
Kaku (La física del futuro, 2011) pone el ejemplo de cuatro tecnologías
básicas: el papel, el agua corriente, la electricidad y los ordenadores. El
papel, primera y humilde tecnología, hizo posible el nacimiento de las
civilizaciones.
El papel entró en la Fase II hacia 1450, cuando Gutenberg con la
imprenta y sus tipos móviles hizo posible el libro personal, que podía contener
todo el conocimiento acumulado en cientos de papiros. Antes de Gutenberg apenas
había 30.000 libros en toda Europa, en 1500, 9 millones, lo que estimuló la
avidez intelectual, la llegada del Renacimiento y la Revolución Científica.
Hacia 1930, llegó la Fase III
del papel, cuando su precio cayó hasta un céntimo la hoja, lo que hizo posible
la biblioteca personal. Nació la bibliomanía, una persona podía poseer cientos
de libros. El papel se convirtió en algo corriente que se vendía por toneladas.
Ahora, dice Kaku, es invisible y ubicuo, apenas reparamos en él. Hoy, estamos
en la Fase IV ,
en la que el papel se relaciona con la moda: en la decoración, colores, formas,
tamaños. También es la mayor fuente de basura urbana. De un objeto guardado en
secreto ha pasado a convertirse en basura.
Lo mismo ha
sucedido con el agua corriente. Durante miles de años un pueblo entero
se reunía en torno a un valioso único pozo (Fase I). Esa fase duró hasta
comienzos del siglo XX cuando las cañerías fueron entrando en las casas (Fase II).
Después de la 2ª Guerra Mundial el agua se convirtió en algo barato al alcance
de la clase media (Fase III). Hoy el agua es un medio de expresión estética, usándolo
en fuentes decorativas y exhibiciones (Fase IV).
Poco
después de Edison una fábrica disponía de una sola bombilla y un motor eléctrico,
que tenían que ser compartidos (es la
Fase I de la electricidad). Tras la 1ª Guerra Mundial
la bombilla y el motor pasaron a ser de uso personal (Fase II). Hay la
electricidad está en todas partes, apenas reparamos en ella, incluso la palabra
“electricidad” apenas aparece en el lenguaje. En festividades como la Navidad la derrochamos en
decoración (Fase III). En la Fase IV ,
tanto el agua corriente como la electricidad se han convertido en servicios públicos.
Se consumen en grandes cantidades, son baratos, hasta el punto que lo medimos
con contadores.
Lo mismo
pasa con los ordenadores, hemos asistido a su rapidísima evolución en las
últimas décadas. En la Fase I, IBM
creó su procesador central en los 50. Era tan valioso que lo compartían un
centenar de científicos e ingenieros. En la década de los 80 se creó el
ordenador personal (Fase II). Asegura Kaku que IBM casi estuvo a punto de
quebrar por no valorar la ley de Moore, según la cual cada dos años se duplica
el número de transistores en un circuito integrado. Lo mismo ocurrió con los fabricantes
de ordenadores que pensaron en un mundo de ordenadores independientes sobre una
mesa, aislados de los demás. La Fase III
comienza cuando los ordenadores se conectan a Internet, abriéndose al mundo. El
ordenador personal, hoy, es un objeto de museo. A no tardar, en la
Fase IV , decoraremos nuestro mundo con
ordenadores. La basura urbana, asegura Muchio Kaku, ya no será el papel, sino
los chips. La conexión a Internet será un servicio público como el agua y la
electricidad. Los chips desaparecerán a medida que el procesamiento se haga en
el cloud computing, en la nube.


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