miércoles, 24 de octubre de 2012

"La sociedad de los iguales"


No acabo de entender muy bien las sutilezas de este hombre (La sociedad de los iguales (RBA), Pierre Rosanvallon (Blois, 1948): "una igualdad de oportunidades perfecta" como equivalente de desigualdad natural, que la profusión de diferencias y talentos haría inhabitable la sociedad o que el objetivo sea promover la singularidad junto a la vida en común. No sé, me pierdo. Suena a la palabrería típica de la mitad oscura de la cultura francesa. Yo me conformo con progresar en ese difícil objetivo, tantas veces anunciado como poco realizado de justicia y oportunidades iguales para todos. Como si eso fuera poco. Dice:
"Hasta ahora la igualdad se ha pensado remitiéndola a la idea de justicia y también identificándola con el igualitarismo, como sucedió en el siglo XIX. El concepto que sugiero entiende la igualdad como relación social. De lo que se trata es de vivir como iguales, reconociendo la singularidad de cada cual. La experiencia de las utopías igualitarias, que acabaron en el totalitarismo, hizo que incluso la izquierda prefiriese hablar de equidad y no de igualdad. A mi juicio, claro que hay que hablar de igualdad, pero entendiéndola como relación social y no como distribución igualitaria".

"Si se alcanzara una igualdad de oportunidades perfecta, entonces las desigualdades serían naturales y, por tanto, habría que resignarse a aceptarlas. Dada la infinita variedad de talentos y habilidades de los individuos, la sociedad sería inhabitable. Mi idea es que son necesarias políticas que fomenten la igualdad de oportunidades —pensemos en la sanidad o en la educación—, pero que la igualdad de oportunidades no puede convertirse en una filosofía".
"Al desaparecer el horizonte del igualitarismo tras el fracaso del socialismo de la colectivización, solo sobrevivió la idea de la igualdad de oportunidades. Blair y la tercera vía la colocaron en el primer plano de la reflexión y de la acción de gobierno, pero no definieron una visión social alternativa. Las desigualdades crecieron y, como dijo Rousseau, la desigualdad material no es un problema en sí misma, sino solo en la medida en que destruye la relación social. Una diferencia económica abismal entre los individuos acaba con cualquier posibilidad de que habiten un mundo común".
"A mi juicio, la emancipación consiste en promover la singularidad y, al mismo tiempo, la vida en común desde la singularidad. No se trata de que los individuos sean iguales, sino que vivan como iguales. Es, por ejemplo, el caso de la pareja moderna, que no se entiende como célula social, sino como un vínculo entre dos singularidades".

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