El ministro
Wert lo desconoce todo –como los políticos y los periodistas y la gente de la
calle tierra adentro- del ecosistema político catalán. Españolizar. Daba igual el
contexto, que dijese a continuación que su objetivo era que los niños catalanes
se sintiesen por igual catalanes y españoles. Los nacionalistas sólo
necesitaban oír una palabra como esa para levantar estacas e imponer las reglas en el campo de
juego de la presente campaña. Los nacionalistas no sólo conocen el ecosistema
catalán, lo han creado, amoldado, ahormado a sus necesidades. Esto es lo que
dijo exactamente Wert:
“Señor Vallès, es tan cierto que hay elementos en el sistema educativo -por cierto, elementos que trajeron ustedes durante el tiempo del tripartito- que, por ejemplo, en segundo de Bachillerato lo que en el decreto de enseñanzas mínimas común y de aplicación en toda España se llama Historia de España, en Cataluña, según el decreto de un conseller que entonces era de su partido, se llama Historia, y en él la historia de España tiene menos rango que en Cataluña. Y la señora Rigau, que no es de su partido, que es de Convergència, ha dicho el otro día que nuestro interés es españolizar a los alumnos catalanes. Lo dijo, y no con ánimo de elogio. Pues sí, nuestro interés es españolizar a los alumnos catalanes y que se sientan tan orgullosos de ser españoles como de ser catalanes y que tengan la capacidad de tener una vivencia equilibrada de esas dos identidades porque las dos les enriquecen y les fortalecen”.
Españolizar
y catalanizar son palabras cargadas con significados contradictorios. Un
castellano hablante en Cataluña no se verá, en general, como español, dirá en
todo caso que él no se siente de ningún sitio, que es cosmopolita, lo dirá con
aire de desprendimiento y altivez, aún cuando administrativamente no sea otra
cosa que español y que cuando se halle en el extranjero se manifieste como
español con toda naturalidad. Al sentir como un baldón decirse español ha
asumido la carga sentimental negativa con la que el ecosistema político catalán
ensucia lo español, excluido de lo étnico catalán, a lo que consciente o
inconscientemente quiere pertenecer el inmigrante o nacido de inmigrante.
En ese
juego disruptivo ha perdido la identidad y la cartera. Sólo aparentemente será
aceptado en la tribu catalana, pero estará a la cola de los beneficios
supuestos de la secesión. Incluso ahora, su conciencia tomada no contempla la
posibilidad real de la secesión, lo contempla como algo que le sobrevuela,
ajeno, sigue poniéndose al margen de la antinomia español / catalán, aceptando
el lenguaje de “nacionalismos de aquí y de allí”, de “PP provocador”, de la “presión
de la caverna mediática”. Cuando lleguen las elecciones autonómicas es posible
que se mantenga al margen -“Es cosa de catalanes”, “Yo no quiero saber nada de
las peleas de unos y otros”-, lo ha hecho a menudo, incluso cuando se votó el
Estatut.
Es verdad
que quien podría asumir su defensa con clara conciencia de la realidad le ha
traicionado - el caso del PSC-, o si se habla de beneficios y perjuicios –la
élite política y mediática de Madrid- no piensa en él, en esa parte de la
población catalana, sólo en el balance de poder Madrid/Barcelona. Nadie se ha
empeñado en convencerle, ni desde Madrid, ni desde Barcelona –sólo el exiguo
Ciutadans- que también él pertenece a la nación política, por ello no puede
airear su casa, no sabe que la tiene tomada.


1 comentario:
si es que es una pena, en japón el nuevo modelo de estudios lo primero que es enseña es a no ser patriota, pues les explican que son japoneses por casualidad, que si hubieran nacido en la india serían hindúes, si en inglatera ingleses etc etc.... y que los libros de historia están mal escritos :)
Un saludo!
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