martes, 16 de octubre de 2012

Conciencia tomada


            
           
            El ministro Wert lo desconoce todo –como los políticos y los periodistas y la gente de la calle tierra adentro- del ecosistema político catalán. Españolizar. Daba igual el contexto, que dijese a continuación que su objetivo era que los niños catalanes se sintiesen por igual catalanes y españoles. Los nacionalistas sólo necesitaban oír una palabra como esa para levantar estacas e imponer las reglas en el campo de juego de la presente campaña. Los nacionalistas no sólo conocen el ecosistema catalán, lo han creado, amoldado, ahormado a sus necesidades. Esto es lo que dijo exactamente Wert:
“Señor Vallès, es tan cierto que hay elementos en el sistema educativo -por cierto, elementos que trajeron ustedes durante el tiempo del tripartito- que, por ejemplo, en segundo de Bachillerato lo que en el decreto de enseñanzas mínimas común y de aplicación en toda España se llama Historia de España, en Cataluña, según el decreto de un conseller que entonces era de su partido, se llama Historia, y en él la historia de España tiene menos rango que en Cataluña. Y la señora Rigau, que no es de su partido, que es de Convergència, ha dicho el otro día que nuestro interés es españolizar a los alumnos catalanes. Lo dijo, y no con ánimo de elogio. Pues sí, nuestro interés es españolizar a los alumnos catalanes y que se sientan tan orgullosos de ser españoles como de ser catalanes y que tengan la capacidad de tener una vivencia equilibrada de esas dos identidades porque las dos les enriquecen y les fortalecen”. 
            Españolizar y catalanizar son palabras cargadas con significados contradictorios. Un castellano hablante en Cataluña no se verá, en general, como español, dirá en todo caso que él no se siente de ningún sitio, que es cosmopolita, lo dirá con aire de desprendimiento y altivez, aún cuando administrativamente no sea otra cosa que español y que cuando se halle en el extranjero se manifieste como español con toda naturalidad. Al sentir como un baldón decirse español ha asumido la carga sentimental negativa con la que el ecosistema político catalán ensucia lo español, excluido de lo étnico catalán, a lo que consciente o inconscientemente quiere pertenecer el inmigrante o nacido de inmigrante.
            En ese juego disruptivo ha perdido la identidad y la cartera. Sólo aparentemente será aceptado en la tribu catalana, pero estará a la cola de los beneficios supuestos de la secesión. Incluso ahora, su conciencia tomada no contempla la posibilidad real de la secesión, lo contempla como algo que le sobrevuela, ajeno, sigue poniéndose al margen de la antinomia español / catalán, aceptando el lenguaje de “nacionalismos de aquí y de allí”, de “PP provocador”, de la “presión de la caverna mediática”. Cuando lleguen las elecciones autonómicas es posible que se mantenga al margen -“Es cosa de catalanes”, “Yo no quiero saber nada de las peleas de unos y otros”-, lo ha hecho a menudo, incluso cuando se votó el Estatut.
            Es verdad que quien podría asumir su defensa con clara conciencia de la realidad le ha traicionado - el caso del PSC-, o si se habla de beneficios y perjuicios –la élite política y mediática de Madrid- no piensa en él, en esa parte de la población catalana, sólo en el balance de poder Madrid/Barcelona. Nadie se ha empeñado en convencerle, ni desde Madrid, ni desde Barcelona –sólo el exiguo Ciutadans- que también él pertenece a la nación política, por ello no puede airear su casa, no sabe que la tiene tomada.

1 comentario:

manipulador de alimentos dijo...

si es que es una pena, en japón el nuevo modelo de estudios lo primero que es enseña es a no ser patriota, pues les explican que son japoneses por casualidad, que si hubieran nacido en la india serían hindúes, si en inglatera ingleses etc etc.... y que los libros de historia están mal escritos :)
Un saludo!