Mientras llega una historia general del delirio de las últimas décadas en el País
Vasco, aquí y allá se van conociendo algunas historias de
dolor, un dolor que siempre es particular. En esa historia habrá que explicar qué
ideas están en el origen del delirio, quienes las aventaron, quiénes causaron ese
dolor, la suma de biografías de quienes aceptaron convertir la locura en forma de vida y la de
quienes la sufrieron, también la de quienes lucharon contra la locura, desde
diferentes frentes, a veces opuestos aunque su objetivo fuese el mismo. Uno de
los personajes más denigrados ha sido Jesús Eguiguren. Asegura que se retira de
la política porque está agotado “espiritualmente”. El periodista que hace su apología dice que es la consecuencia de su bajada a los infiernos. Pero lo que
me interesa de la crónica del periodista son los detalles que aporta el personaje. En todas
las historias al fin lo que importa son los detalles. Estos dos:
"Eguiguren recuerda cómo hace unos meses, en un homenaje a las víctimas del terrorismo, se le acercó una mujer. Le dijo que era la viuda de Vicente Gajate, concejal socialista de Renteria (Gipuzkoa), asesinado por ETA en 1984. Y le contó una tragedia añadida, que él desconocía, a la del propio crimen y que habla por sí sola del drama vivido en Euskadi. Pocas semanas después del asesinato de Gajate, sus padres se suicidaron por el dolor y soledad tras la pérdida".

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