miércoles, 12 de septiembre de 2012

Culpando a la clase política


            
"El enunciado de la teoría es muy simple. La clase política española no sólo se ha constituido en un grupo de interés particular, como los controladores aéreos, por poner un ejemplo, sino que ha dado un paso más, consolidándose como una élite extractiva, en el sentido que dan a este término Acemoglu y Robinson en su reciente y ya célebre libro Por qué fracasan las naciones. Una élite extractiva se caracteriza por: Tener un sistema de captura de rentas que permite, sin crear riqueza nueva, detraer rentas de la mayoría de la población en beneficio propio".


          Me he aficionado a leer los suplementos económicos, las páginas web del tema, a escuchar las tertulias del ramo, intentando comprender las causas, el desarrollo, pero sobretodo las previsiones, la salida de la crisis económica. Soslayo los análisis más técnicos, aparte de por su jerga, porque he comprobado desde hace años que no aciertan una. He de confesar que sé poco más de lo que sabía al principio, que en todo caso llego a entender un poco mejor el palabrerío lleno de anglicismos que usan, poco más. He visto muchos charlatanes, que se han hecho ricos publicando libros con apariencia muy seria, que fundan sus predicciones en la astrología o en la logomaquia sin complejos, he visto economistas al servicio del gobierno o de las grandes empresas, a otros que no se desprenden del casco de analizar de su partido o sindicato de intereses, sea el tema que sea, y algunos pocos honestos pero desorientados que no dicen hoy lo mismo que decían ayer.

            Lo que más me asusta es que no veo a nadie con un férreo plan de salida –no al gobierno, en todo caso-, un proyecto que aunque tenga errores ilusione y sea capaz de atraer el esfuerzo encantado de la gente. Nos falta una explicación global convincente de la crisis: por qué está ocurriendo, qué hacer para salir y empezar de nuevo.

            Lo más fácil es buscar una cabeza de turco. Y se ha encontrado en los políticos, va a favor del viento, todo el mundo está cabreado con ellos. Es la teoría que ofrece Cesar Molinas en un artículo reciente en El País, Una teoría de la clase política española. Es una teoría creíble, sustentada en las sucesivas burbujas –inmobiliaria, de las cajas de ahorro, de las energías renovables, de las autopistas radiales, la futbolística…-, alimentadas, según él, por la clase política en su propio beneficio. 
“La clase política española genera burbujas de manera compulsiva. Y lo hace no tanto por ignorancia o por incompetencia como porque en todas ellas captura rentas. Un sistema de captura de rentas que permite, sin crear riqueza nueva, detraer rentas de la mayoría de la población en beneficio propio". 
           La clase política española, multiplicada por 17 desde la transición se ha convertido en algo así como en buitres que se llenan los zurrones a cuenta de esas burbujas en colusión con las empresas que viven del BOE y de los pequeños BOES regionales. Es una teoría algo esquemática aunque verosímil. Habría que resaltar el papel que junto a los políticos han tenido los empresarios que les hacen la labor y la tercera pata del gran tinglado, los periodistas, los medios que han legitimado el estado de cosas; tampoco incide demasiado en la elefantiasis del estado autonómico, en las diputaciones, en los ayuntamientos y sus pelotazos urbanísticos. La solución que propone, sustituir el sistema electoral proporcional por otro mayoritario, donde los políticos respondan en circunscripciones nominales, quitando el poder a las cúpulas de los partidos no parece suficiente para la magnitud del problema, ante asuntos tan urgentes como el financiero, la deuda, el clientelismo, la estructura del Estado, el desafío nacionalista.

Y ojo a esta advertencia: 
            “En algún momento la clase política española se tendrá que plantear el dilema de aplicar las reformas en serio o abandonar el euro. La teoría de las élites extractivas predice que el interés particular tenderá a prevalecer sobre el interés general. Yo veo probable que en los dos partidos mayoritarios españoles crezca muy deprisa el sentimiento “pro peseta”. De hecho, ya hay en ambos partidos cabezas de fila visibles de esta corriente. La confusión inducida entre recortes y reformas tiene la consecuencia perversa de que la población no percibe las ventajas a largo plazo de las reformas y sí experimenta el dolor a corto plazo de los recortes que, invariablemente, se presentan como una imposición extranjera. De este modo se crea el caldo de cultivo necesario para, cuando las circunstancias sean propicias, presentar una salida del euro como una defensa de la soberanía nacional ante la agresión exterior que impone recortes insufribles al Estado de bienestar”.


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