jueves, 6 de septiembre de 2012

Aferrados a la vida, II



       Pero Aubrey de Grey no se resigna. La evolución, simplemente, no ha tenido tiempo de resolver nuestro problema con el envejecimiento porque vivimos más años de los previstos. En algún momento la vejez y la muerte irrumpieron en el mundo. La mujer, por ejemplo, entre la pubertad y la menopausia está en perfecto equilibrio. Los residuos, la morralla se va acumulando, las células se oxidan. Morimos por una acumulación de residuos; el envejecimiento es un problema de acumulación de residuos. Así que se ha puesto manos a la obra para identificar las siete cosas que nos envejecen y nos hacen mortales. No sólo eso, también cree haber encontrado un remedio para cada una de ellas. Para ello ha diseñado una Estrategia para la Ingeniería de la Senescencia Insignificante (SENS).

Tenemos el problema de los residuos no eliminados en el interior de las células, que ocurre cuando los mecanismos de limpieza –lisosomas- se estropean. Hay que buscar un procedimiento de limpieza: estimular su eliminación. Lograríamos acabar con enfermedades propias de la vejez como el parkinson, el alzhéimer y muchas más.

Tenemos el problema de los residuos fuera de las células. Hay que estimular el sistema inmunológico. Se acabaría con los problemas cardiacos, con los infartos, por ejemplo.

Tenemos el problema de las mutaciones en el adn de las mitocondrias –las máquinas que producen la energía del interior de las células-, que tienen su propio adn con 13 genes propios, poco protegidos, que la oxidación -los radicales libres, moléculas de oxígeno sueltas, que no pueden eliminar los hematíes-, les hace mutar. La solución sería poner a salvo esos 13 genes en el interior del núcleo de la célula. De ese modo se impediría que las células viejas perdieran energía.

El problema de las células viejas o inactivas por las moléculas que se tornan rígidas, que se enmarañan, que se entrecruzan e incordian. Las arrugas de la piel es un ejemplo. Habría que buscar un solvente que rompa los enlaces cruzados del colágeno de las fibras que endurecen la piel, las venas, las arterias o adiestrar al sistema inmunológico para que las suprima.

También el problema de las toxinas que generan las células muertas y que envenenan a su alrededor. El sistema inmunológico tendría que suprimirlas.

Y tenemos el asunto más difícil de resolver, el problema del cáncer, debido a mutaciones peligrosas en los genes del núcleo celular. Es el eslabón más débil en el proyecto de supervivencia. “La edad avanzada es el más potente de los cancerígenos”. Pero también para ese problema Aubrey de Grey encontró una solución. Si las células en los organismos pluricelulares no se multiplican indefinidamente es porque los telómeros -que impiden que los cromosomas se deshilachen- se van desgastando. La división celular tiene un límite. Las células cancerígenas consiguen producir telomerasa –las enzimas que reparan los telómeros- tanta como haga falta, por eso se multiplican indefinidamente. Aubrey de Grey propone una solución radical contra el cáncer eliminar el gen de la telomerasa. Así tendríamos células donde el cáncer no podría proliferar, pero, entonces, cómo solucionar la necesaria multiplicación celular. Habría que introducir periódicamente en el cuerpo –cada diez años- células madre capaces de regenerar el tejido humano: sangre, piel, intestinos…

Qué bonito parece todo esto. Por supuesto que hay biólogos que llaman loco a Aubrey de Grey, otros lo apoyan. El autor del libro, Jonathan Wiener, recuerda el camino que espera a toda teoría revolucionaria antes de ser aceptada, según la propuesta de J.B.S. Haldane, en 1963: I. Esto es un sinsentido sin ningún valor. II. Es interesante, pero perversa. III. Esto es cierto, pero no tiene ninguna importancia. IV. Yo siempre lo dije.

¿Sucederá que habremos muerto cuando ya se divisa la playade la eterna juventud? O como dijo Madame d’Houdetot, en Versalles, cuando los Montgolfier, ante la corte francesa, hacían una demostración con su globo: “Pronto descubrirán como vivir eternamente… y estaremos muertos”. Y así ha sido, muchos de los que tenían una fe ciega en que podemos derrotar al envejecimiento y a la muerte, ya no están aquí para verlo. El azar nos ha traído hasta aquí, hemos sido agraciados con el boleto de la vida, también el azar y la necesidad pueden jugarnos una mala pasada.

Sin duda, robar el fuego de los dioses o la manzana del árbol del paraíso es una osadía que se paga con la muerte, y además, para qué la eternidad: “La eternidad es mucho tiempo, sobre todo hacia el final” (Woody Allen).

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