Pero Aubrey
de Grey no se resigna. La evolución, simplemente, no ha tenido tiempo de
resolver nuestro problema con el envejecimiento porque vivimos más años de los
previstos. En algún momento la vejez y la muerte irrumpieron en el mundo. La
mujer, por ejemplo, entre la pubertad y la menopausia está en perfecto
equilibrio. Los residuos, la morralla se va acumulando, las células se oxidan.
Morimos por una acumulación de residuos; el envejecimiento es un problema de
acumulación de residuos. Así que se ha puesto manos a la obra para identificar
las siete cosas que nos envejecen y nos hacen mortales. No sólo eso, también
cree haber encontrado un remedio para cada una de ellas. Para ello ha diseñado
una Estrategia para
Tenemos el problema de los residuos no eliminados en el
interior de las células, que ocurre cuando los mecanismos de limpieza
–lisosomas- se estropean. Hay que buscar un procedimiento de limpieza:
estimular su eliminación. Lograríamos acabar con enfermedades propias de la
vejez como el parkinson, el alzhéimer y muchas más.
Tenemos el problema de los residuos fuera de las células.
Hay que estimular el sistema inmunológico. Se acabaría con los problemas
cardiacos, con los infartos, por ejemplo.
Tenemos el problema de las mutaciones en el adn de las
mitocondrias –las máquinas que producen la energía del interior de las células-,
que tienen su propio adn con 13 genes propios, poco protegidos, que la
oxidación -los radicales libres, moléculas de oxígeno sueltas, que no pueden
eliminar los hematíes-, les hace mutar. La solución sería poner a salvo esos 13
genes en el interior del núcleo de la célula. De ese modo se impediría que las
células viejas perdieran energía.
El problema de las células viejas o inactivas por las
moléculas que se tornan rígidas, que se enmarañan, que se entrecruzan e
incordian. Las arrugas de la piel es un ejemplo. Habría que buscar un solvente
que rompa los enlaces cruzados del colágeno de las fibras que endurecen la
piel, las venas, las arterias o adiestrar al sistema inmunológico para que las
suprima.
También el problema de las toxinas que generan las células
muertas y que envenenan a su alrededor. El sistema inmunológico tendría que
suprimirlas.
Y tenemos el asunto más difícil de resolver, el problema del
cáncer, debido a mutaciones peligrosas en los genes del núcleo celular. Es el
eslabón más débil en el proyecto de supervivencia. “La edad avanzada es el más
potente de los cancerígenos”. Pero también para ese problema Aubrey de Grey encontró
una solución. Si las células en los organismos pluricelulares no se multiplican
indefinidamente es porque los telómeros -que impiden que los cromosomas se
deshilachen- se van desgastando. La división celular tiene un límite. Las
células cancerígenas consiguen producir telomerasa –las enzimas que reparan los
telómeros- tanta como haga falta, por eso se multiplican indefinidamente.
Aubrey de Grey propone una solución radical contra el cáncer eliminar el gen de
la telomerasa. Así tendríamos células donde el cáncer no podría proliferar,
pero, entonces, cómo solucionar la necesaria multiplicación celular. Habría que
introducir periódicamente en el cuerpo –cada diez años- células madre capaces
de regenerar el tejido humano: sangre, piel, intestinos…
Qué bonito parece todo esto. Por supuesto que hay biólogos
que llaman loco a Aubrey de Grey, otros lo apoyan. El autor del libro, Jonathan
Wiener, recuerda el camino que espera a toda teoría revolucionaria antes de ser
aceptada, según la propuesta de J.B.S. Haldane, en 1963: I. Esto es un sinsentido
sin ningún valor. II. Es interesante, pero perversa. III. Esto es cierto, pero
no tiene ninguna importancia. IV. Yo siempre lo dije.
¿Sucederá que habremos muerto cuando ya se divisa la playade la eterna juventud? O como dijo Madame d’Houdetot, en Versalles, cuando los
Montgolfier, ante la corte francesa, hacían una demostración con su globo:
“Pronto descubrirán como vivir eternamente… y estaremos muertos”. Y así ha
sido, muchos de los que tenían una fe ciega en que podemos derrotar al
envejecimiento y a la muerte, ya no están aquí para verlo. El azar nos ha
traído hasta aquí, hemos sido agraciados con el boleto de la vida, también el
azar y la necesidad pueden jugarnos una mala pasada.
Sin duda, robar el fuego de los dioses o la manzana del
árbol del paraíso es una osadía que se paga con la muerte, y además, para qué
la eternidad: “La eternidad es mucho tiempo, sobre todo hacia el final” (Woody
Allen).

No hay comentarios:
Publicar un comentario