viernes, 22 de junio de 2012

Civilización, Occidente y el resto


         Niall Ferguson es un historiador mediático que tiene muy buena prensa en los países anglosajones. En esos países, léase EE UU y GB, son muy dados a hacer grandes síntesis de un tema, en este caso, Civilización, Occidente y el resto, a compendiar la historia de los últimos 500 años en 400 páginas. Para tener éxito mediático ha de ofrecer hipótesis llamativas. En este caso la de la muy visitada decadencia de occidente. Samuel Huntington y Paul Kennedy son su referencia más cercana. Qué ofrece Ferguson como pruebas de tal decadencia. Algunos datos sacados de estadísticas muy generales donde se ve el avance de Asia y la caída progresiva de occidente: las lenguas occidentales pierden terreno, la religión también, el territorio controlado, la población, el producto interior bruto, la mano de obra militar.    

       Ferguson ofrece datos que parecen ir en esa línea, pues, habla del colapso de pasados imperios, que en muy poco tiempo se vinieron abajo, los romanos, la España de finales del XVI, la Francia de finales del XVII, del imperio otomano de finales del XIX, de la GB de los años posteriores a la 2ª GM. Aunque como señalaba Heidegger la brusca caída está precedida por un lenta maduración. ¿Podría suceder algo parecido con EE UU, que se viniese abajo en cuestión de años? Ofrece datos, la crisis, su deuda, el sostén interesado de los chinos. Y habla de la emergencia de las nuevas potencias, en especial de China, pero también de la India o del resto de los países asiáticos. Pero es prudente, la emergencia de una potencia y su caída tiene que ver con muchos factores, tantos que son incontrolables. Los imperios se comportan como sistemas complejos y como tal difíciles de predecir. Es decir, Occidente puede venirse abajo o seguir durando.

            Ferguson cifra el avance de los países no occidentales en la copia del modelo occidental: “En muchos aspectos nuestra civilización es inferior a la suya”, reconocía un ministro Meiji tras un viaje de reconocimiento a Europa. Los japoneses se preguntaban qué había hecho Europa para ser más rica y fuerte que el resto del mundo. ¿Era su sistema político? ¿Sus instituciones educativas? ¿Su cultura? ¿O su forma de vestir? Inseguros, afirma Ferguson, decidieron no dejar nada al azar: lo copiaron todo. La constitución, el patrón oro, el ejército, la marina, las escuelas, incluso empezaron a comer carne de vacuno, que hasta entonces era tabú, incluso llegaron a proponer que se abandonara el japonés a favor del inglés.

            Así que Ferguson se pregunta, cómo es que desde hace 500 años Occidente se apoderó del mundo y desde entonces ha mantenido su hegemonía. Ferguson utiliza una metáfora informática para explicar que Occidente dominara al resto del mundo y no sucediese al revés. Occidente desarrolló seis aplicaciones demoledoras (killer apps) de las que los demás carecían:

1. La competencia: la fragmentación de Europa en el XV y XVI entre monarquías y repúblicas y entidades rivales favoreció la lucha competitiva.
2. La revolución científica: los grandes avances se han producido en Occidente.
3. El imperio de la ley y el gobierno representativo, basado en el derecho de propiedad privada y en la representación de los propietarios en asambleas legislativas.
4. La medicina moderna: asistencia sanitaria y control de enfermedades tropicales.
5. La sociedad de consumo, base y producto de la revolución industrial, productividad y demanda de bienes mejores y más baratos.
6. La ética del trabajo: trabajo extensivo e intensivo y acumulación sostenida de capital.

            Los países emergentes han adoptado alguna de estas aplicaciones pero no todas, aún así parece que estén en disposición de superar a Occidente.

            El problema de Ferguson es doble, desde mi punto de vista, favorece al protestantismo anglosajón como elemento indispensable y desdeña o se burla de lo que no cuadre con sus prejuicios. La cultura anglosajona es superior. Se lamenta de la decadencia de la religiosidad y desdeña el catolicismo o la moral laica como impulsores del progreso. A lo largo del texto hay una condescendencia hacia quienes no son ingleses, en la comparación entre imperio colonial francés e inglés aquel sale perdiendo, los españoles fueron crueles, los ingleses pragmáticos. Es sarcástico con el marxismo, y desciende a lo personal para desacreditarlo: “Marx era una persona odiosa. Vividor desaliñado y polemista virulento, le gustaba alardear de que su esposa era, por nacimiento, “la baronesa Von Westphalen” pero tuvo un hijo ilegítimo con su criada. En la única ocasión que pidió trabajo (como empleado de ferrocarril) fue rechazado porque su letra era horrorosa. Intentó jugar a bolsa pero era un negado. En consecuencia, durante toda su vida hubo de depender de los donativos de Engels, para quien el socialismo era una mera afición, como la caza del zorro y las mujeres: su trabajo diario consistía en dirigir una de las fábricas de algodón de su padre en Manchester. Ningún hombre en la historia ha mordido la mano que le daba de comer con tanto entusiasmo como Marx la del “rey del algodón”.

            Ferguson reduce el fracaso de la clase obrera a la hora de conquistar el poder al absurdo: “En lugar de coaligarse en una masa empobrecida, el proletariado se subdividió entre unas “aristocracias obreras” cualificadas y un lumenproletariado vicioso. Las primeras prefirieron las huelgas y la negociación colectiva a la revolución, asegurando así unos salarios reales más altos; el segundo prefirió la ginebra. La clase trabajadora respetable tenía sus sindicatos y sus asociaciones obreras; los rufianes, los teatros de variedades y las peleas callejeras”. Frente a ese panorama de mero interés, el fracaso de la revolución era inevitable, el liberalismo con sus propuestas de gobierno constitucional y libertades, libre comercio y autodeterminación lo tuvo fácil. Como se ve tiende a la caricatura y al sarcasmo, síntomas de pereza, en vez de buscar más datos y trabajar sus argumentos.

            Ferguson concluye que “en su esencia, una civilización son los textos que se enseñan en las escuelas, que aprenden los estudiantes y que se recuerdan en los momentos de tribulación”. Esa era nuestra ventaja, y ahí puede estar el germen de nuestra decadencia, dada la aversión de nuestros pedagogos al conocimiento formal y al aprendizaje mnemotécnico. La amenaza no sería la potencia de China o el Islam, ni las emisiones de CO2, sino la pérdida de la fe en la propia civilización heredada de nuestros antepasados. Los textos canónicos de Ferguson son todos anglosajones, por supuesto, salvo la Biblia: Los Principia de Newton, los Tratados de Locke, los de Adam Smith, El origen de las especies de Darwin o la Reflexiones de Burke sobre la revolución francesa, los discursos de Churchill y Lincoln y por encima de todos las Obras completas de Shakespeare. A pesar de las pegas el libro es estimulante y propicio al debate, a que el lector discuta con él.

1 comentario:

Anónimo dijo...

A esto se podría añadir que los países occidentales lideran el ranking mundial en suicidios, violaciones y depresiones. Y el continente americano en homicidios:

SUICIDIOS
Occidente y el mundo eslavo lideran el ranking de suicidios del mundo. Las zonas con menos suicidas corresponden al mundo islámico: África, oriente medio, Pakistán (en contraste con India) y Malasia e Indonesia:
http://es.wikipedia.org/wiki/Anexo:Pa%C3%ADses_por_tasa_de_suicidio


Mapa del mundo con la proporción de suicidas por cada 100.000 habitantes.
VIOLACIONES
También occidente lidera el ranking mundial de violaciones. Entre los 10 primeros países se encuentran los 4 escandinavos (Noruega, Suecia, Dinamarca, Finlandia), Estados Unidos e Israel. Además de tres países africanos de mayoría cristiana y sólo encontramos un país musulmán, el décimo de los diez primeros (mientras que Suecia es el segundo) y se trata de Turquía, probablemente uno de los países más occidentalizados y menos islamizados del mundo musulmán:
Violaciones por país
• Lesotho: 91,6
• Suecia: 53,2
• EE.UU.: 28,6
• Zimbabwe: 25,6
• Noruega: 19,8
• Israel: 17,6
• Finlandia: 17,2
• Dinamarca: 7,3
• Kenia: 1,9
• Turquía: 1,4
• Japón: 1,2
Fuente: Las cifras revelan violaciones denunciadas por cada 100 000 habitantes y son de a partir del 2008. La lista es una selección de los países incluidos en el informe de la ONUDC.

La Depresión
Occidente lidera una vez más la estadística.
Según un estudio de la OMS (Organización Mundial de la Salud) entre los diez países con mayor número de enfermos de depresión se encuentran 9 occidentales y sólo uno no occidental, Líbano, el cual tiene una considerable población cristiana:
Los 10 países con la población más deprimida
1. Francia con 21%
2. Estados Unidos con 19.2%
3. Brasil con 18.4%
4. Holanda con 17.9%
5. Nueva Zelanda con 17.8%
6. Ucrania con 14.6%
7. Bélgica con 14.1%
8. Colombia con 13.3%
9. Líbano con 10.9%
10. España con 10.6%
http://www.altonivel.com.mx/11894-los-10-paises-con-mayor-depresion-en-el-mundo.html
También El Mundo se hace eco de ese 10% de españoles que padece depresión:
http://www.elmundo.es/magazine/2008/442/1205662638.html
Asesinatos:
Aquí la palma se la lleva el continente americano:
“El continente es la región más violenta del planeta con 154.836 homicidios al año, según estadísticas recogidas por el Observatorio de Seguridad de la OEA.”
http://www.espanol.rfi.fr/americas/20120303-america-es-el-continente-mas-violento-del-planeta
Cabe preguntarse, ¿la autonomía y libertad tan preconizadas en Occidente conducen realmente a la felicidad? ¿Son fenómenos como los suicidios, violaciones y depresiones con los que convive Occidente liderando el ranking mundial el precio que Occidente debe pagar por la tan aclamada “autonomía”?