
Ferguson ofrece
datos que parecen ir en esa línea, pues, habla del colapso de pasados imperios,
que en muy poco tiempo se vinieron abajo, los romanos, la España de finales del XVI, la Francia de finales del
XVII, del imperio otomano de finales del XIX, de la GB de los años posteriores a la
2ª GM. Aunque como señalaba Heidegger la brusca caída está precedida por un
lenta maduración. ¿Podría suceder algo parecido con EE UU, que se viniese abajo
en cuestión de años? Ofrece datos, la crisis, su deuda, el sostén interesado de
los chinos. Y habla de la emergencia de las nuevas potencias, en especial de
China, pero también de la India
o del resto de los países asiáticos. Pero es prudente, la emergencia de una
potencia y su caída tiene que ver con muchos factores, tantos que son
incontrolables. Los imperios se comportan como sistemas complejos y como tal
difíciles de predecir. Es decir, Occidente puede venirse abajo o seguir
durando.
Ferguson
cifra el avance de los países no occidentales en la copia del modelo
occidental: “En muchos aspectos nuestra civilización es inferior a la suya”,
reconocía un ministro Meiji tras un viaje de reconocimiento a Europa. Los
japoneses se preguntaban qué había hecho Europa para ser más rica y fuerte que
el resto del mundo. ¿Era su sistema político? ¿Sus instituciones educativas?
¿Su cultura? ¿O su forma de vestir? Inseguros, afirma Ferguson, decidieron no
dejar nada al azar: lo copiaron todo. La constitución, el patrón oro, el ejército,
la marina, las escuelas, incluso empezaron a comer carne de vacuno, que hasta
entonces era tabú, incluso llegaron a proponer que se abandonara el japonés a
favor del inglés.
Así que Ferguson se
pregunta, cómo es que desde hace 500 años Occidente se apoderó del mundo y
desde entonces ha mantenido su hegemonía. Ferguson utiliza una metáfora
informática para explicar que Occidente dominara al resto del mundo y no
sucediese al revés. Occidente desarrolló seis aplicaciones demoledoras (killer
apps) de las que los demás carecían:
1. La competencia: la fragmentación de Europa en el XV y XVI
entre monarquías y repúblicas y entidades rivales favoreció la lucha
competitiva.
2. La revolución científica: los grandes avances se han
producido en Occidente.
3. El imperio de la ley y el gobierno representativo, basado en
el derecho de propiedad privada y en la representación de los propietarios en
asambleas legislativas.
4. La medicina moderna: asistencia sanitaria y control de
enfermedades tropicales.
5. La sociedad de consumo, base y producto de la revolución
industrial, productividad y demanda de bienes mejores y más baratos.
6. La ética del trabajo: trabajo extensivo e intensivo y
acumulación sostenida de capital.
Los países
emergentes han adoptado alguna de estas aplicaciones pero no todas, aún así
parece que estén en disposición de superar a Occidente.
El
problema de Ferguson es doble, desde mi punto de vista, favorece al
protestantismo anglosajón como elemento indispensable y desdeña o se burla de
lo que no cuadre con sus prejuicios. La cultura anglosajona es superior. Se
lamenta de la decadencia de la religiosidad y desdeña el catolicismo o la moral
laica como impulsores del progreso. A lo largo del texto hay una
condescendencia hacia quienes no son ingleses, en la comparación entre imperio
colonial francés e inglés aquel sale perdiendo, los españoles fueron crueles,
los ingleses pragmáticos. Es sarcástico con el marxismo, y desciende a lo
personal para desacreditarlo: “Marx era una persona odiosa. Vividor desaliñado
y polemista virulento, le gustaba alardear de que su esposa era, por
nacimiento, “la baronesa Von Westphalen” pero tuvo un hijo ilegítimo con su
criada. En la única ocasión que pidió trabajo (como empleado de ferrocarril)
fue rechazado porque su letra era horrorosa. Intentó jugar a bolsa pero era un
negado. En consecuencia, durante toda su vida hubo de depender de los donativos
de Engels, para quien el socialismo era una mera afición, como la caza del
zorro y las mujeres: su trabajo diario consistía en dirigir una de las fábricas
de algodón de su padre en Manchester. Ningún hombre en la historia ha mordido
la mano que le daba de comer con tanto entusiasmo como Marx la del “rey del
algodón”.
Ferguson
reduce el fracaso de la clase obrera a la hora de conquistar el poder al
absurdo: “En lugar de coaligarse en una masa empobrecida, el proletariado se
subdividió entre unas “aristocracias obreras” cualificadas y un
lumenproletariado vicioso. Las primeras prefirieron las huelgas y la
negociación colectiva a la revolución, asegurando así unos salarios reales más
altos; el segundo prefirió la ginebra. La clase trabajadora respetable tenía
sus sindicatos y sus asociaciones obreras; los rufianes, los teatros de
variedades y las peleas callejeras”. Frente a ese panorama de mero interés, el
fracaso de la revolución era inevitable, el liberalismo con sus propuestas de
gobierno constitucional y libertades, libre comercio y autodeterminación lo
tuvo fácil. Como se ve tiende a la caricatura y al sarcasmo, síntomas de
pereza, en vez de buscar más datos y trabajar sus argumentos.
Ferguson
concluye que “en su esencia, una civilización son los textos que se enseñan en
las escuelas, que aprenden los estudiantes y que se recuerdan en los momentos
de tribulación”. Esa era nuestra ventaja, y ahí puede estar el germen de
nuestra decadencia, dada la aversión de nuestros pedagogos al conocimiento
formal y al aprendizaje mnemotécnico. La amenaza no sería la potencia de China
o el Islam, ni las emisiones de CO2, sino la pérdida de la fe en la propia
civilización heredada de nuestros antepasados. Los textos canónicos de Ferguson
son todos anglosajones, por supuesto, salvo la Biblia : Los Principia de
Newton, los Tratados de Locke, los de Adam Smith, El origen de las especies de
Darwin o la Reflexiones
de Burke sobre la revolución francesa, los discursos de Churchill y Lincoln y
por encima de todos las Obras completas de Shakespeare. A pesar de las pegas el
libro es estimulante y propicio al debate, a que el lector discuta con él.
1 comentario:
A esto se podría añadir que los países occidentales lideran el ranking mundial en suicidios, violaciones y depresiones. Y el continente americano en homicidios:
SUICIDIOS
Occidente y el mundo eslavo lideran el ranking de suicidios del mundo. Las zonas con menos suicidas corresponden al mundo islámico: África, oriente medio, Pakistán (en contraste con India) y Malasia e Indonesia:
http://es.wikipedia.org/wiki/Anexo:Pa%C3%ADses_por_tasa_de_suicidio
Mapa del mundo con la proporción de suicidas por cada 100.000 habitantes.
VIOLACIONES
También occidente lidera el ranking mundial de violaciones. Entre los 10 primeros países se encuentran los 4 escandinavos (Noruega, Suecia, Dinamarca, Finlandia), Estados Unidos e Israel. Además de tres países africanos de mayoría cristiana y sólo encontramos un país musulmán, el décimo de los diez primeros (mientras que Suecia es el segundo) y se trata de Turquía, probablemente uno de los países más occidentalizados y menos islamizados del mundo musulmán:
Violaciones por país
• Lesotho: 91,6
• Suecia: 53,2
• EE.UU.: 28,6
• Zimbabwe: 25,6
• Noruega: 19,8
• Israel: 17,6
• Finlandia: 17,2
• Dinamarca: 7,3
• Kenia: 1,9
• Turquía: 1,4
• Japón: 1,2
Fuente: Las cifras revelan violaciones denunciadas por cada 100 000 habitantes y son de a partir del 2008. La lista es una selección de los países incluidos en el informe de la ONUDC.
La Depresión
Occidente lidera una vez más la estadística.
Según un estudio de la OMS (Organización Mundial de la Salud) entre los diez países con mayor número de enfermos de depresión se encuentran 9 occidentales y sólo uno no occidental, Líbano, el cual tiene una considerable población cristiana:
Los 10 países con la población más deprimida
1. Francia con 21%
2. Estados Unidos con 19.2%
3. Brasil con 18.4%
4. Holanda con 17.9%
5. Nueva Zelanda con 17.8%
6. Ucrania con 14.6%
7. Bélgica con 14.1%
8. Colombia con 13.3%
9. Líbano con 10.9%
10. España con 10.6%
http://www.altonivel.com.mx/11894-los-10-paises-con-mayor-depresion-en-el-mundo.html
También El Mundo se hace eco de ese 10% de españoles que padece depresión:
http://www.elmundo.es/magazine/2008/442/1205662638.html
Asesinatos:
Aquí la palma se la lleva el continente americano:
“El continente es la región más violenta del planeta con 154.836 homicidios al año, según estadísticas recogidas por el Observatorio de Seguridad de la OEA.”
http://www.espanol.rfi.fr/americas/20120303-america-es-el-continente-mas-violento-del-planeta
Cabe preguntarse, ¿la autonomía y libertad tan preconizadas en Occidente conducen realmente a la felicidad? ¿Son fenómenos como los suicidios, violaciones y depresiones con los que convive Occidente liderando el ranking mundial el precio que Occidente debe pagar por la tan aclamada “autonomía”?
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