sábado, 19 de mayo de 2012

Monsieur Lazhar



            En la peli canadiense, o mejor quebequesa, Monsieur Lazhar, se cruzan dos asuntos que el director trata con habilidad: un inmigrante argelino que pide asilo político porque dice estar perseguido por una innominada organización terrorista y una clase de niños de primaria, alguno de los cuales ven cómo su profesora se cuelga de una tubería en su misma aula mientras los demás están en el recreo. Mr. Lazhar, el argelino, cuenta al juez que ha de aprobar su asilo cómo su mujer y sus hijos murieron en el incendio provocado de la casa donde vivían, por lo que tuvo que escapar de su país para no correr una suerte parecida. Los niños de primaria viven en silencio entre la angustia y la culpabilización la muerte de su profesora, sin que los adultos quieran hablar ante ellos del asunto, porque hacerlo va en contra de los códigos vigentes sobre la muerte y lo educativamente correcto.

            Mr. Lazhar se las ingenia para que la directora de la escuela le acepte como sustituto de la profesora fallecida. Resulta que nunca ha sido profesor -en su país llevaba un restaurante-, sin embargo con paciencia y serenidad intenta que los alumnos trabajen recuperando la calma. Una calma que necesitan tanto los chavales como él mismo. El problema surge cuando alienta a que los niños hagan ejercicios sobre el dolor y la violencia. Es el momento en que sacan de su interior lo que pugnaba por salir sin tener el cauce adecuado. Los padres protestan y también la psicóloga del centro porque cree que se está invadiendo su territorio. A la directora no le queda otra opción que hablar con Mr. Lazhar, descubrirle que sabe lo de su situación irregular y mostrarle la puerta de salida.

            En la línea de las francesas Hoy empieza todo y La clase, esta peli es prodigiosa en la manera de presentar los problemas, la muerte, el dolor, la violencia, de forma sencillamente elegante, sin separarlos de la vida cotidiana y rutinaria, como elementos del día a día. A ello contribuye la actuación de los actores, en especial de Mohamed Fellag, el falso maestro argelino, sin asomo de manierismo ni caricatura, pero también de los niños que nunca parece que estén actuando. La peli aborda muchos temas de actualidad en la escuela, si hay diferencia entre enseñar y educar, si se puede o está estrictamente prohibido tocar a los alumnos –un cachete, un abrazo-, sobre la convivencia en clase entre grupos étnicos o religiosos diversos, sobre los temas vedados en el aula. En fin, esta es una de esas películas de la que seguir hablando a la salida del cine y aun mucho después.

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