lunes, 21 de mayo de 2012

Cold Spring Harbor, Richard Yates


          El chico Phil, de quince años, en su precaria situación, con el dinero que consigue como aparcacoches, compra una navaja para convertirla en su primer objeto personal. Ese hecho permanece en la memoria del lector hasta el final de la lectura, sin embargo no actúa como la haría en una novela policiaca o en una peli de suspense, alcanzando el clímax, en el momento culminante de la acción, sino que sirve para explicar el código de conducta de Phil, su necesidad de diferenciarse dentro de la familia y afirmarse dentro del grupo de chicos en el colegio en que estudia como interno.

            Richard Yates tiene una habilidad extraordinaria para señalar las carencias y las necesidades de sus personajes, la inmadurez de Evan que se casa dos veces, dos veces deja embarazadas a sus mujeres y en los dos casos en incapaz de asumir su responsabilidad; la despreocupada alegría vital de Mary Donovan, la primera mujer, que ve que Evan es aún más inmaduro que ella y lo deja; el exceso de empatía de Rachel, la segunda esposa, que dice querer a todo el mundo aún cuando el mundo que la rodea se caiga a pedazos; la mala suerte de Gloria Drake, la madre, cuya inquietud, al no aceptar el paso del tiempo, se manifiesta cambiando continuamente de apartamento, llevando a sus dos hijos sin padre de aquí para allá o mostrando con descaro su hambre de hombres; la enorme frustración de Charles Shepard, el padre de Evan, un militar que nunca estuvo en combate y que se retiró como capitán de infantería, que sueña que su hijo pueda alistarse para combatir en Europa, en los años de la Segunda Guerra Mundial, de nuevo frustrado porque no podrá cumplir sus sueños e su hijo porque los médicos lo rechazan; o Grace la hermosa pero alcoholizada esposa de Charles encerrada en su casa sin contacto con el exterior. En fin, otros personajes como Curtis Drake, Flash Ferris, la señora Talmage, cada uno definido  por aquello que le falta, que no dejan de buscar en vano y que se convierte en frustración.

            La acción se desarrolla en los inicios de los cuarenta cuando los jóvenes americanos corrían a alistarse en el ejército llenos de ímpetu e ilusión, cuando sus padres esperaban que cumpliesen con la patria y con lo que ellos no habían podido hacer y sus esposas o novias, sin tanto entusiasmo, les despedían llenas de aprensión. En el caso de Evan su vida, al ser rechazado por tener los tímpanos perforados se desarrollará entre su afición a los coches que él repara, su trabajo y el cansancio de la rutinaria vida familiar, entre hombres y mujeres que como él no han encontrado un lugar que dignifique sus anodinas vidas. El alcohol y las escapadas fuera de casa parecen el único consuelo. Yates deja que sus personajes dialoguen o se mete en sus pensamientos para mostrarnos sus miedos o su incapacidad de adaptación. Una novela extraordinaria como lo son las otras novelas de Yates Vía revolucionaria o Las hermanas Grimes.

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