"Es zonzo el cristiano macho cuando el amor lo domina".
(Del Martín Fierro)
Las
noticias que afectan a las emociones no golpean de inmediato, se enroscan en
alguna parte del cerebro y van soltando su carga de a poquitos. No son como las
heridas físicas o los golpes o ciertas enfermedades, son más destructivas,
se prolongan en el tiempo, afectando progresivamente a los distintos
departamentos de la psique y del propio cuerpo invadiendo todas las áreas del
organismo.
Sólo hay
una forma de solventar el problema emocional, cortar amarras en el preciso
instante en que se produce la noticia o el acontecimiento. Hace falta
determinación y sobreponerse al miedo. Eso es lo más difícil de gestionar. Si
no lo hacemos así, esa bomba lapa que alimenta la combustión, instalada en algún lugar que no controlamos, producirá efectos devastadores, aunque no de inmediato, soltando su carga, no
lograremos desactivarla hasta que haya causado toda su destrucción. Nos empeñaremos
en utilizar la lógica racional para levantar defensas o para organizar una
contraofensiva, pero en los asuntos emocionales no funciona. Cualquier
proposición supuestamente bien elaborada está impregnada de los pigmentos
pasionales, la voz que la proyecta se quiebra o se exalta, una multitud de
heridas o microfisuras acuden a romper el ritmo del análisis, a desviarlo de su
lógica, a destruir la coherencia del relato con bifurcaciones, mezcla de
tiempos y de espacios.
Porque el
herido emocional quiere argumentar, impelido por un ímpetu opaco, que con él se ha
cometido una gran injusticia, un dolo que necesita una reparación inmediata,
pero no puede haberla porque la afrenta emocional no deja huellas, es cosa de
dos y aunque hubiere testigos o grabaciones nada de lo que se diga vale como
prueba ante ningún tribunal. No hablo de la violencia física, de maltrato, la
violencia amorosa es de otro tipo y sólo concierne a dos, aunque quien la
genera no suele ser consciente de lo que hace, de las implicaciones de sus
palabras o de sus acciones, ni siquiera es consciente de que está generando
violencia. Es decir, y vuelvo al principio, la bomba amorosa, su deflagración,
sólo afecta a uno, sólo él siente sus efectos, sólo él es consciente de su
destrucción y lo que es peor se ve incapaz de comunicarlo ni a sus mejores
amigos, porque su lengua se traba, su discurso es inconexo, porque la
deflagración que no acaba contamina la lengua de esquirlas y de barro, de
cristales y fuego, saliendo de su boca dolor y pesar, venganza y desesperación,
de modo que quien lo escucha no ve en él a alguien que se expresa con
coherencia sino a un animal herido que no encuentra cobijo.
La bomba
permanece en la mente del herido mientras no desaparezca la imagen de quién le
ha puesto en la nuca la bomba lapa. Ha de desaparecer su presencia física
primero, no oír más sus palabras que son pólvora incendiaria, sus gestos, sus
movimientos, ha de borrarse luego los recuerdos, los ecos de su cuerpo, los
pasos acompasados que un día dieron juntos, eso lleva tiempo y prolonga los
efectos de la deflagración, porque aunque sean muchos años de sintonía sólo se
recordarán las palabras y los hechos que contribuyen a la destrucción no los
que alguna vez fueron constructivos.
1 comentario:
falta el final explicativo....... del donde quien y porque
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