Aunque con
una mirada torcidamente británica Civilización de Niall Ferguson aporta
una utilísima visión sobre por qué, en los últimos quinientos años, Occidente
le pudo al milenario Oriente. De momento me llaman la atención estas cosas:
1. Entre 1500 y 1800 España estuvo el 81 % de su tiempo en
guerra contra sus enemigos extranjeros; Inglaterra el 53 % y Francia el 52 %.
Eso fue malo, muy malo para quienes las padecieron, pero esas guerras alentaron la innovación tecnológica, los
estados rivales se hicieron más eficientes recaudando impuestos para pagar sus
campañas o innovando en los métodos de los empréstitos públicos e impidieron
que ningún monarca europeo alcanzase una hegemonía tal que impidiese a los demás
la exploración de ultramar. Todo lo contrario de lo que sucedía en Oriente,
donde la antaño poderosa China se trababa en un largo periodo de inmovilismo y decadencia.
2. El curioso monarca ilustrado prusiano Federico el Grande construyó una hermosa catedral católica de Santa Eduvigis en el centro de su capital
luterana, permitió que los perseguidos europeos por asuntos de religión se
asentaran en Berlín -"Aquí cada uno puede buscar la salvación como mejor le parezca", y eso incluía a los musulmanes-, y, al tiempo, opinaba del cristianismo del siguiente modo:
“El cristianismo está plagado de milagros, contradicciones y absurdidades, fue engendrado en las febriles imaginaciones de los orientales y luego difundido en nuestra Europa, donde algunos fanáticos lo apoyaron, algunos intrigantes fingieron dejarse convencer por él y algunos imbéciles se lo creyeron de verdad”.
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