martes, 7 de febrero de 2012

Pelis del 2011 que dejé sin criticar



            Películas como Criadas y señoras, una de las pelis con más éxito de público de la temporada, en la estela de Tomates verdes fritos, buscando la complicidad del espectador, con lágrimas, solidaridad emocional y mucho contento por coincidir con el fácil mensaje que trasmiten, sólo son útiles, cívicamente útiles, durante los breves minutos, aquí 137, que se viven en el mundo bidimensional creado en la pantalla. Cómo un espectador decente no habría de ponerse del lado de esas criadas negras humilladas y ofendidas continuamente por unas amas de casa del profundo sur americano, tan risueñas y babys como sometidas ellas a su vez a maridos machistas, que cuentan sus historias a una joven blanca que, como modo de prosperar como escritora, quiere contar lo que pasa en Jackson, Mississippi, en los lejanos, lejanísimos para el tema de la discriminación racial, años sesenta.

            Es una peli que no tiene más valor que los best sellers literarios en los que la gente se enfrasca para cerrar los ojos a la mugre y cutre paisaje de estos tristes días que vivimos. Cuando los personajes buenos son tan buenos y graciosos y los malos tan malvados y repelentes, y lo que aquellos reclaman es tan justo y ya tan conseguido, el espectador no necesita reflexionar, ni ponerse en la piel de nadie, ni entrar en contradicción con algunas de las viejas ideas o feas costumbres que aún mantiene.
Ya lo dicen los críticos conformistas que han ayudado a hacer caja: “Conmovedor homenaje a las mujeres subyugadas que mantienen la cabeza alta”, “Una fábula para sentirse bien”, “El cálido encanto del libro se ha convertido en una película igualmente emotiva”, “The Help es un impresionante regalo, una historia profundamente emotiva”, “Un producto cien por cien mainstream que es tan mentiroso como perfecto”.

Excepto en la impactante secuencia inicial, algo parecido sucede con la torpe pero eficaz, desde el punto de vista de la caja, peli francesa Pequeñas mentiras sin importancia, donde un rico y desprendido burgúes invita a su numeroso grupo de amigos a pasar el comienzo de sus vacaciones en su casa de la playa. Pongamos un poco de ecologismo, otro poco de pelea contra las convenciones, erotismo en el ambiente, peleas familiares que se solucionan con buena voluntad, muchas sonrisas y personajes de una pieza y tendremos un éxito de taquilla de los que hacen época. Sin embargo, en la peli todo es de cartón piedra, personajes amanerados de tanto como han sido exhibidos en los escenarios, buenísimas ideas, el “tú eres de los nuestros” que le soplan al espectador, eso sí, sin un gramo de lucidez en el análisis de lo que se suponen que están criticando. Ni siquiera Marion Cotillard se salva por la moralina que está obligada a representar. Banalidad insultante.

            Pero de todas las pelis que he visto en el 2011 la que se lleva la palma es Torrente4. No sé como los críticos, es decir, sus amigos, siguen insistiendo en que el listo, y ya muy rico, Santiago Segura, lo que hace es befa de la España cutre de los bares de barrio, de las tardes de domingo con transistor y de las fulanas de usar y tirar. En realidad, yo creo, que a Segura le va la marcha y que se encuentra muy a gusto poniéndose en la piel, no de esa gente de barrio, sino de sí mismo, exhibiendo o añorando un mundo del que apenas quedan jirones en las actuales ciudades ya tan ventiladas. El dinero acumulado le permite sin duda contratar a buenos guionistas y actores, ¿por qué no lo hace? No sé dónde le encuentran la gracia.

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