martes, 17 de enero de 2012

Pequeño tratado de los grandes vicios, de José Antonio Marina


              Para J.A. Marina hay dos dinámicas en el ser humano una ascendente y otra descendente, anábasis y katábasis las denomina. La naturaleza humana está en continua construcción por lo que determinar las fuerzas, anhelos, deseos que nos llevan hacia arriba es obra de filósofos y moralistas, también de políticos, aunque no siempre el proyecto de creación de un hombre nuevo ha deparado resultados positivos. El siglo XX está lleno de esos proyectos que han acabado en catástrofe. Por tanto, antes de hacer un recuento del estado actual de las virtudes, Marina se propone estudiar los vicios en Pequeño tratado de los grandes vicios, parafraseando un título anterior de A. Comte-Sponville, viendo lo que en ellos puede haber de impulso o movimiento del hombre hacia su superación, relacionándolos con la anábasis. Marina estudia uno a uno en orden a su aprovechamiento por el dinamismo humano: soberbia, ira, envidia, avaricia, lujuria, gula y pereza, pasiones que pueden ser degradantes, pero también aspiraciones hacia la trascendencia del hombre, buscando lo que han dicho los antiguos, clásicos, medievales y modernos, y también los contemporáneos. 

           El libro está lleno de citas, como el autor acostumbra, citas sabias, informativas, algunas sorprendentes, aunque se hecha en falta una mayor reflexión actual sobre esas pasiones que los santos padres consideraron pecaminosas, pero que desde un punto de vista podrían considerarse fuerzas del proceso humano de superación, porque el sabio es el que “pone límites a los deseos, del mismo modo que los pone al miedo” (Lucrecio, refiriéndose a Epicuro).

          Marina como buen moralista piensa en la educación –tiene libros pedagógicos y ha fundado alguna asociación- y en cómo fomentar las virtudes básicas, pensando en el futuro, aunque queda en manos de cada cual adaptar las virtudes a su proyecto de vida, de modo que ésta se convierta en una vida digna.

He aquí alguna de las citas que me han hecho reflexionar:
El hombre es acción. Mediante ella se da a luz a sí mismo. Es la inserción de la voluntad en el mundo, el paso de lo imaginario a lo real, de las pasiones a la sabiduría, de la naturaleza a la libertad. Es, para cada uno, la reconquista de sí mismo”. (Alain).
La actividad convierte al sujeto en persona. El valor de la actividad es un valor de estar dirigido fuera de sí como tal, del ir más allá de sí o del salir-fuera de sí de la sustancia moral”. (Hartmann).
Hannah Arendt, hablando de un testigo, Kovner, en el juicio a Eichmann, que contó como un sargento alemán le había ayudado en el campo de exterminio: “Desde un punto de vista político, nos dice que, en circunstancias de terror, la mayoría de la gente se doblegará, pero algunos no se doblegarán. Desde el punto de vista humano, la lección es que actitudes cual la que comentamos constituyen cuanto se necesita, y no puede razonablemente pedirse más, para que este planeta siga siendo un lugar apto para que lo habiten seres humanos”.
Epicuro, Carta a Meneceo: “Los manjares sencillos proporcionan el mismo placer que un menú suntuoso, una vez suprimido todo el dolor que procede de la necesidad; y el pan de centeno y el agua proporcionan un placer extremo cuando uno se los lleva a la boca estando necesitado. Así, pues, la costumbre de los regímenes sencillos y no dispendiosos es buena para mejorar la salud, hace al hombre activo en las ocupaciones necesarias de la vida y nos pone en una mejor disposición cuando nos acercamos, de vez en cuando, a comidas costosas y nos hace no temer a la fortuna”.
Aristóteles, Ética a Nicómaco: “Los hombres vulgares se muestran completamente serviles al preferir una vida de bestias. En cambio, los hombres refinados y activos ponen su bien en los honores, pues tal viene a ser el fin de la vida pública. Po último, un tercer grupo de hombres se dedica a la vida intelectual”.

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