1. En esta época del año se
celebra en Valladolid una Muestra de cine submarino. Van por la 24 edición. Es
elogiable el empeño de la gente que dedica su tiempo a este tipo de
actividades, buscando dinero y seleccionando el material, una actividad que además
ofrecen al público de forma gratuita. Sin embargo, esta vez se han dejado meter
un gol. Se trata de un vídeo que no es un documental, ni siquiera un reportaje
para televisión, sino un largo publirreportaje titulado 20 años del área
protegida de las Islas Medas. En él además de imágenes nada extraordinarias
de los fondos marinos aparecen entrevistas con políticos de la zona,
L’Estartit, y con científicos y trabajadores de la reserva natural protegida.
Todo está orientado a hablar de los beneficios turísticos del parque, de la
necesidad de la protección y de lo extraordinarios que son los equipos que allí
trabajan, pues, según afirman una y otra vez son una referencia internacional,
sin que aporten pruebas de lo que dicen. Nada indica que lo conseguido sea extraordinario. El único dato que aportan es que las
especies existentes han aumentado en cantidad. Lo contrario sería sorprendente
después de años de protección. Aparte de los autoelogios, que produce vergüenza
oírlos, lo peor es la fraseología con que está redactado el reportaje en torno
a la economía sostenible, el retorno económico de la inversión en medio
ambiente, la calidad de vida de los pescadores o la conciencia ecológica de
turistas y buceadores, una palabrería que se ha ido extendiendo en los años de la Cataluña del Tripartito,
un conjunto de eufemismos que esconde un mundo de subvenciones improductivas a
aprovechateguis que no han tenido que esforzarse para engañar a una sociedad
anestesiada. ¡Cuántos grupos de este tipo han conseguido ordeñar las ubres del
Estado, y lo siguen haciendo, con proyectos tan inútiles como costosos y a
cuenta de la ignorancia y la buena fe de los ciudadanos!
Una pregunta que me hacía, mientras me removía en la butaca de
aburrimiento, viendo el vídeo era sobre por qué los organizadores de este
festival habían seleccionado algo de tan poca calidad, que deja corto los
reportajes del No-Do en cuanto a falseamiento de la realidad. La respuesta está
en algo que he ido comprobando estos años: el enorme sentimiento de
inferioridad que una parte de la sociedad castellana alberga hacia la catalana.
Todo lo que venga de allí tiene que ser necesariamente moderno y los de aquí
unos paletos. Parece un chiste pero es una realidad verificable.
2. Me gustan los artículos que Pantxo Unzueta escribe sobre el
País Vasco, son ponderados, bien documentados, realistas y huye de opiniones
extremas. Sin embargo la amistad le ha jugado una mala pasada en la necrológicaque en forma de descripción de un paisaje traza de Javier Pradera. Afea a
quienes recuerdan el pasado comunista de Pradera. Sin embargo, la cuestión es
la siguiente: durante toda su vida de jefe de opinión de El País, Pradera, no
tanto en la selección de opinadores del periódico como en sus escritos
personales, editoriales y demás, ha dictado lecciones morales y en general
analizado el mundo desde una visión maniquea de la realidad. Creo que no se le
juzga por su antifranquismo, sino porque no hizo, ni él ni otros como él, a lo
largo de su vida, una revisión de aquella ideología criminal a la que durante
un tiempo se adhirió.
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