domingo, 27 de noviembre de 2011

De un vídeo sobre las Islas Medas



1. En esta época del año se celebra en Valladolid una Muestra de cine submarino. Van por la 24 edición. Es elogiable el empeño de la gente que dedica su tiempo a este tipo de actividades, buscando dinero y seleccionando el material, una actividad que además ofrecen al público de forma gratuita. Sin embargo, esta vez se han dejado meter un gol. Se trata de un vídeo que no es un documental, ni siquiera un reportaje para televisión, sino un largo publirreportaje titulado 20 años del área protegida de las Islas Medas. En él además de imágenes nada extraordinarias de los fondos marinos aparecen entrevistas con políticos de la zona, L’Estartit, y con científicos y trabajadores de la reserva natural protegida. Todo está orientado a hablar de los beneficios turísticos del parque, de la necesidad de la protección y de lo extraordinarios que son los equipos que allí trabajan, pues, según afirman una y otra vez son una referencia internacional, sin que aporten pruebas de lo que dicen. Nada indica que lo conseguido sea extraordinario. El único dato que aportan es que las especies existentes han aumentado en cantidad. Lo contrario sería sorprendente después de años de protección. Aparte de los autoelogios, que produce vergüenza oírlos, lo peor es la fraseología con que está redactado el reportaje en torno a la economía sostenible, el retorno económico de la inversión en medio ambiente, la calidad de vida de los pescadores o la conciencia ecológica de turistas y buceadores, una palabrería que se ha ido extendiendo en los años de la Cataluña del Tripartito, un conjunto de eufemismos que esconde un mundo de subvenciones improductivas a aprovechateguis que no han tenido que esforzarse para engañar a una sociedad anestesiada. ¡Cuántos grupos de este tipo han conseguido ordeñar las ubres del Estado, y lo siguen haciendo, con proyectos tan inútiles como costosos y a cuenta de la ignorancia y la buena fe de los ciudadanos!
Una pregunta que me hacía, mientras me removía en la butaca de aburrimiento, viendo el vídeo era sobre por qué los organizadores de este festival habían seleccionado algo de tan poca calidad, que deja corto los reportajes del No-Do en cuanto a falseamiento de la realidad. La respuesta está en algo que he ido comprobando estos años: el enorme sentimiento de inferioridad que una parte de la sociedad castellana alberga hacia la catalana. Todo lo que venga de allí tiene que ser necesariamente moderno y los de aquí unos paletos. Parece un chiste pero es una realidad verificable.

2. Me gustan los artículos que Pantxo Unzueta escribe sobre el País Vasco, son ponderados, bien documentados, realistas y huye de opiniones extremas. Sin embargo la amistad le ha jugado una mala pasada en la necrológicaque en forma de descripción de un paisaje traza de Javier Pradera. Afea a quienes recuerdan el pasado comunista de Pradera. Sin embargo, la cuestión es la siguiente: durante toda su vida de jefe de opinión de El País, Pradera, no tanto en la selección de opinadores del periódico como en sus escritos personales, editoriales y demás, ha dictado lecciones morales y en general analizado el mundo desde una visión maniquea de la realidad. Creo que no se le juzga por su antifranquismo, sino porque no hizo, ni él ni otros como él, a lo largo de su vida, una revisión de aquella ideología criminal a la que durante un tiempo se adhirió.

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