martes, 1 de noviembre de 2011

Eufemismos


La jornada comienza con un grupo de jóvenes enfundados en trajes baratos. En alguno se ve el ímpetu juvenil, en otros la rutina antes de comenzar otro día más de marketing puerta a puerta. ¿A quienes esperan convencer?

Como en la mente de los moribundos, cuando, como dicen, las imágenes de toda una vida se agolpan a gran velocidad, así estos días los estímulos de un mundo agonizante en medio de una atmósfera grisácea, caen sobre nuestras cabezas.

Mañana de oficinas, con clientes pacientes y silenciosos y empleados abatidos. Oigo en una de ellas: “¿Mañana, aún estarás aquí?”. Unos cuantos empleados salen a la calle y en corro comentan lo que sea, los hombros hundidos, la mirada apagada. Por el periódico sé que el presidente de esa entidad ha llegado a un acuerdo con el director ejecutivo por cinco (¿o son diez?) millones de euros para que se jubile. El hombre como tantos otros saltó de la política a la caja; su gestión no ha podido ser peor, sin embargo se le premia.

En otra oficina un gestor me dice que está aprovechando la calma del día para vender todas las acciones que puede. Luego me enseña una página de Paribas donde se ofrecen rentabilidades altísimas apostando contra la baja de acciones de grandes empresas. No parece creíble que tales empresas vayan a caer tanto, sin embargo en el historial de la página Paribas casi siempre gana al inversor incrédulo.


Una de las frases más repetidas de la peli Margin Call es una pregunta, "¿Cuánto gana?, ¿cuánto gana fulano?" A medida que se escala en la jerarquía la diferencia entre un salario normal y el sueldo de un ejecutivo alcanza cotas lunáticas, rompiendo sucesivamente el techo de incredulidad. Hay muchas preguntan, no siempre formuladas, que emergen de Margin Call. Probablemente la organización piramidal sea la más eficiente para la empresa, pero ¿es la más productiva para el país, la que produce más beneficios para la sociedad? Ganan mucho dinero los que maximizan el beneficio para la empresa, los que exprimen al máximo a sus empleados, los que los convierten en máquinas eficientes, expulsando empleados en porcentaje más o menos constante a medida que la pirámide se estrecha en las alturas, rejuveneciendo, provocando una competencia feroz, mucho más en la cúspide de altos ejecutivos que trazan directrices, que apartan o borran o enmascaran las cláusulas morales, convirtiendo en una salsa pringosa de amenazas y seducciones el programa del día, lo que hay que hacer aunque no se deba hacer. ¿Cuál ha sido el coste? En algún momento se tenía que romper el lazo que unía las cosas con su valor, la diferencia obscena que iba separando el coste y el precio.

Me entero de que los bonos patrióticos, 5,25 a dos años, son otra una huida hacia delante. Se ofrece en cada emisión un interés mayor para pagar la deuda que van generando. Además, a los bancos intermediarios se les ofrece un 2,50 %. En total los gobiernos autónomos pagan un 7 o un 8% de interés. Es decir, van derechos a la quiebra. Quizá los compradores piensen que al final los avalará el Estado, un Estado que está en quiebra técnica.


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