miércoles, 2 de noviembre de 2011

Eufemismos II


Venimos de un mundo en el que las cosas han perdido el nombre que las describía con exactitud. Para hablar de ellas las escondemos en envoltorios brillantes, un mundo en el que los objetos no valen un precio acorde al uso que se hace de ellos sino multiplicado artificialmente.
Todos ganamos más de lo que necesitamos, unos más y otros menos, todos hemos creído que eso no sólo era posible, sino que iba a ser siempre así. No hay tiranía de los mercados, sino un ajuste brutal del precio de las cosas, para volver a llamarlas por su nombre.

Un personaje de Margin Call es ingeniero aeronáutico. A pesar de su denso curriculum académico trabaja en la entidad financiera, porque gana mucho más. ¿Qué tiene que ocurrir para que los jóvenes que empiezan no tengan por objetivo primero ganar mucho dinero, sino la satisfacción que produce ser valorados socialmente, ser útiles a la sociedad en la que han crecido por ser benefactores, inventores, artistas, ingenieros?

Uno de los acontecimientos de la temporada artística de Barcelona es la exposición de Perejaume en la Pedrera. Perejaume expone la nada. Dibujos, pinturas, bocetos, exclamaciones sobre su impotencia,  frustración, el callejón sin salida en que se encuentran los artistas contemporáneos tras la exuberancia del siglo XX. Perejaume resume su trayectoria como artista en una frase: "Ai Perejaume, si veies la munió d’obres que t’envolten, no en faries cap, de nova!". El arte ha muerto por sobredosis, por exceso, por sobreexposición. Cualquier aspecto que se relacione con el arte ha sido estirado, inflado hasta el límite. El arte y la vida. Se impone, pues, el enmudecimiento, la destrucción, la rebaja. Quizá podamos empezar de nuevo.

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