jueves, 16 de junio de 2011

Reflexiones aparentemente contradictorias sobre los sentados del 15-M


1. Los sentados del 15-M se han puesto a caminar, es decir, están cambiando su fisonomía para recobrar la virulencia propia de los grupos gamberros de siempre.

2. Me reafirmo en que las grandes sentadas han servido como desahogo nacional para la población cabreada, desaprovechando la ocasión de convertirlo en movimiento político: documento de los cambios exigibles; recogida de 500.000 firmas; entrega y discusión en el congreso. La clase político financiera y periodística que manda está de enhorabuena.

3. La violencia aunque sea simbólica de estos días hace verosímil la equivalencia que emisoras en general de derechas establecen entre los sentados del 15-M y los grupos antisistema, desarmando así sus reivindicaciones no sólo justas, también necesarias. De modo parecido la gamberrada crece cuando se les jalea y legitima si se mueven contra el adversario.

4. Es incomparable la naturaleza de esta violencia y la que ha ejercido y ejerce dicha clase dominante: una violencia, ésta, legal y disfrazada: el expolio de las clases medias, antes a cuenta de la prosperidad general del país y ahora a cuenta del necesario ajuste.

5. Es inverosímil que los sentados, como cualquier otro tipo de movilización social, pueda existir durante tanto tiempo sin que sean infiltrados por los agentes del ministerio del interior. El ministro sabe en cada momento lo que va a suceder; puede por tanto prever, parar o estimular cualquier acción.

6. Excepto, quizá, en Cataluña, donde la autoridad gubernativa es otra. Hipótesis: es posible que se les haya escapado de las manos. Hasta ahora los grupos gamberros, llamados por sí mismos y por la opinión socialdemócrata y nacionalista grupos antisistema, tenían como objeto de su fobia actos políticos del PP y de Ciutadans, conferencias o personajes que ellos considerasen antinacionalistas, es decir, españolistas. La historia política de los últimos años está llena de ejemplos, especialmente el asalto a las sedes del PP en la jornada de reflexión del 14-M de 2004. En las fotos de los increpados Ernest Maragall, Monserrat Tura, López Tena o Joan Boada se ve su incredulidad; nunca pensaron que la cosa podía ir con ellos.

7. Será una ocasión perdida, un gran retroceso dejarse llevar y conceder. Los sentados tienen sus razones, que muchos compartimos.


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