martes, 24 de mayo de 2011

"Poco pan para tanto chorizo"


Tienen razón los que como Arcadi Espada dicen que a lo que más se parecen las acampadas de estos días en el centro de las ciudades es a una habitación de adolescente. No la tienen cuando con tan simple sarcasmo despachan la magnitud del movimiento. Es verdad que a la llamada han acudido primero los adolescentes y que son ellos quienes mantienen vivo el fuego. Pero mucha más gente ha acudido también a las concentraciones. Con curiosidad, con inquietud, con desasosiego. Animados por el espectáculo de las emisoras y de los comentaristas y atemorizados por la ruina del país a un tiempo.

Sería una lástima que todo se fundiese en simple desahogo. Que la gente está cabreada lo muestran además los resultados electorales abrumadores, inesperados por el batacazo del partido del gobierno. La gente se ha desahogado doblemente, acercándose a los adolescentes y votando hasta hacerse notar, pero la cosa no debería acabar en una gran frustración. Alguien debería dar un paso más allá de gritar en el aire “indignación”. Alguien que les dijese razonadamente que los sueños, las frases llamativas, el murmullo del rezo en el atardecer, las utopías no sirven para nada, que lo que nos hace avanzar son propuestas pequeñas, factibles, concretas. Algo bastante fácil si se plasma en un documento: reformar la ley electoral para que los votos valgan igual en todas partes; abrir las listas para que el elector pueda elegir nombres además de partidos; control estricto de las donaciones a los partidos y del gasto electoral; reducción de los mandatos políticos, entre cuatro y ocho años; que no se puedan simultanear cargos; que no se pueda acceder a consejos de administración durante un periodo tras dejar la política; suprimir las administraciones innecesarias: senado, diputaciones, la mitad de los ayuntamientos, los asesores y la mayoría de los cargos de libre designación; desterrar de la ciudad a los políticos corruptos durante un tiempo al modo del ostracismo griego; que los encarcelados por corrupción no salden su deuda sin devolver lo robado; unas reglas bien definidas para la adjudicación de obras públicas y supresión de las empresas públicas que tanto han engordado la deuda; separar con claridad los tres poderes del Estado: que los jueces sean inmanejables; eliminar los privilegios de unas comunidades con respecto a otras, de modo que prime la igualdad y la solidaridad; del mismo modo que hay un sueldo base mínimo, establecer un límite por arriba: los bonus y las jubilaciones millonarias de los directivos despedidos son una ofensa; no primar las jubilaciones anticipadas de las empresas con cargo al erario público o a la seguridad social; dejar que quien haga malas inversiones cargue con sus fracaso: las cajas, los bancos o las inmobiliarias no deben ser rescatadas con fondos públicos: y si lo son, ¡por favor, que nos saquen de la vista los gestores que los llevaron a la ruina!

Dos medidas se pueden tomar para llevar adelante propuestas como estas: la primera, reunir las firmas necesarias para presentarlas ante el Congreso y que sean debatidas. 500.000 se necesitan. No sería pequeña cosa. Sería revolucionario porque habría que modificar la constitución. Y entonces todo se podría discutir, incluso la República. La segunda, no votar a los partidos políticos que no las asuman. Los grandes pasos se logran con medidas aparentemente pequeñas; la ensoñación del adolescente produce monstruos. Mucho me temo, sin embargo, que las sentadas están más cerca de la fantasía adolescente que de la madurez razonada. La clase política y económica de este país respira tranquila. Los periódicos que las estimulaban ya se desentienden de ellas.

2 comentarios:

Susana dijo...

Me parece que esta frase quedará para la posteridad, me parece genial.

Petó

Toni Santillán dijo...

Se podría hacer una selección de frases interesantes, como esta:
"Queda mucho mes para llegar a final de nómina".